Las huellas de la operación Te Deum

Las huellas de la operación Te Deum

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“Tiene cola de ratón, cara de ratón y cuerpo de ratón: es un ratón”, fue la frase que más se escuchó en privado en La Moneda durante toda la semana para graficar el convencimiento férreo que existe en el Gobierno de que el tenso episodio que vivió la Presidenta Michelle Bachelet, el domingo 10 de septiembre en el Te Deum evangélico, respondió a una operación política digitada desde el corazón de la derecha y que obedecería a una arista de la estrategia electoral que fijó el piñerismo, de contraste frontal y permanente con la actual administración. En ese marco, el principal contrincante de Sebastián Piñera en esta campaña presidencial no serían Alejandro Guillier ni Carolina Goic, sino la propia Mandataria.

Para La Moneda todo lo sucedido en el Te Deum fue “una encerrona”, que a todas luces quisieron convertirlo en “un mitin político”, que se pensó y se hizo como un evento “100% político”, una visión y molestia que es compartida transversalmente en Palacio, sin matices ni opiniones divergentes.

En medio de la molestia gubernamental, varios consideraron que esto responde al tipo de emboscadas que caracterizan a la derecha –recalcaron diversos inquilinos de distintos grados de autoridad de Palacio– y que se asemeja a la operación que protagonizó la periodista Pilar Molina –conocida por sus estrechos vínculos con la candidatura de Chile Vamos– contra el entonces candidato presidencial Manuel José Ossandón, durante un debate radial previo a las primarias.

A ojos del Ejecutivo, el problema de aquel día no pasa solo por los gritos insultantes que recibió Bachelet en la calle –desde “asesina” hasta “ramera”– cuando llegó a la Catedral, como tampoco centran los reparos en el contenido de los discursos que dieron casi todos los obispos esa mañana contra la agenda valórica impulsada por la administración bacheletista, ni en el “acarreo” de fieles o la ovación que recibió Piñera al interior del templo. “Fue el conjunto, todo fue un exceso, un abuso, de principio a fin”, recalcaron desde Presidencia.

“Los obispos le mintieron a La Moneda”, afirmaron en la sede de Gobierno esta semana. Esto, porque en el Ejecutivo aseguraron que hasta el día viernes 8 de septiembre se les había precisado que el foco del Te Deum estaría en los jóvenes, que el sábado todo fue cambiado y el grueso de los obispos evangélicos estuvo al tanto de las modificaciones.

Aunque ha pasado algo inadvertido, en Palacio molestó profundamente la intervención que hizo el “invitado estrella” del Te Deum evangélico, Donnie Swaggart, predicador pentecostal estadounidense, el mismo que durante el último Gobierno de Barack Obama aseguró que había “un filisteo en Washington” y que es hijo del mítico Jimmy Swaggart, uno de los pioneros en la década del 80 del “teleevangelismo”, que dos veces –en 1988 y 1991– fue sorprendido con prostitutas, razón por la cual la Iglesia Pentecostal perdió sus derechos y ganancias por el programa de TV. El ministerio de Swaggart ha regalado a la Catedral Evangélica más de 60 mil Biblias para su distribución gratuita en Chile. Asimismo, está en gestiones para instalar el canal de TV de Jimmy Swaggart 24 horas al día en el país.

En plena ceremonia, luego de la ovación a Piñera, después que le gritaran a Bachelet “vergüenza nacional” dentro del templo ante la impavidez de los obispos, sin que mediara un llamado al orden, la guinda de la jornada fueron las palabras de Swaggart, consideradas una abierta intervención en política contingente. “Les pido a todos los evangélicos que oren por sus líderes, pero también les recuerdo que la Biblia nos manda a ser buenos ciudadanos y eso significa participar en el proceso político electoral. La iglesia debe actuar con una sola voz y nuestra Constitución es la palabra de Dios (…). Tienen por delante una gran tarea y ánimo a cada uno de ustedes que participe en el proceso electoral, y que pidan sin cesar la bendición de Dios a su país. La Biblia nos dice que la rectitud eleva una nación y el pecado es la vergüenza, es hora de que surja la justicia, que sus voces sean escuchadas”, dijo el predicador estadounidense.

El foco de la polémica ha estado centrado en la intervención de Eduardo Durán Salinas, por lo ácido de sus palabras y especialmente por ser el único que habló esa mañana sin tener la condición de obispo ni pastor, utilizando el púlpito para hacer proselitismo. “Este año los chilenos tendremos la oportunidad de elegir a las autoridades que conducirán los destinos de nuestro país en los próximos cuatro años y hoy como nunca el pueblo cristiano se ha puesto de pie para decir basta (…). Ya es tiempo de dejar las marchas afuera del Parlamento y La Moneda, por hombres y mujeres de Dios que den testimonio de fe, de honradez, de sacrificio y de trabajo, pero desde dentro del Congreso Nacional, legislando por el bien de Chile y su gente y no por el bien de unos pocos”.

El analista y decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Central, Marco Moreno, precisó que el trasfondo de este episodio “tiene que ver con la disputa del voto del mundo religioso en un escenario en que hay sufragio voluntario, donde la clave del éxito está en llevar a votar a los más fieles. Los evangélicos son el 20% de la población, unos 3 millones en promedio, representan un bolsón de votos importante y es un electorado más disciplinado, ordenado, siguen lo que dicen los pastores”.

Para el Gobierno lo sucedido responde directamente a la estrategia establecida por el piñerismo, de horadar permanentemente la figura de Bachelet, instalándola como su principal objetivo en la campaña presidencial, fórmula que es reconocida por la derecha y el comando.

En tal sentido, en la derecha explican que dicha estrategia va más allá del hecho de que Guillier y Goic no representen competencia real para Piñera en noviembre, sino que está definida en el objetivo de sumar agua al molino, captar al electorado “descontento” con el actual Gobierno y sus reformas, profundizar esa brecha de rechazo que promedia en las encuestas el 58%.

“Esa estrategia es lógica, es natural apuntar al Gobierno, porque él (Piñera) quiere reemplazarlo”, explicaron desde el piñerismo y en la derecha afirman que la fórmula en esta etapa de la campaña es matizada –a diferencia del período previo a las primarias– con distintas propuestas programáticas.

No pasa inadvertido en la oposición el dato de que Guillier tome distancia del Gobierno y de Bachelet, actitud que hace más fuerte este tipo de golpes a la figura presidencial. “Ella comete el error de la neutralidad, esa ambigüedad le hace mal, porque a pesar de todo Bachelet es la mejor figura del oficialismo, ya está en el 35% y sigue recuperándose”, precisaron desde la derecha.

Las huellas         

Si bien siempre se ha sabido que el mundo evangélico está dividido políticamente, en La Moneda consideran que lo del domingo refleja claramente que un sector “se abanderizó”, que las huellas de la operación política son evidentes y radican en los fuertes lazos de los protagonistas con Chile Vamos, RN y el piñerismo.

Durán Salinas es candidato a diputado de RN por el distrito 13 (El Bosque-PAC), además de haber sido gobernador de la provincia de Ñuble durante el Gobierno de Piñera. Su padre, Eduardo Durán Castro –pastor gobernante de la Catedral Evangélica y, por tanto, anfitrión del Te Deum– es parte del Consejo Ciudadano del comando de campaña del abanderado presidencial de Chile Vamos y el año 2011 el ex Mandatario lo nombró “alto representante” en La Moneda.

En medio de la molestia gubernamental, varios consideraron que esto responde al tipo de emboscadas que caracterizan a la derecha –recalcaron diversos inquilinos de distintos grados de autoridad de Palacio– y que se asemeja a la operación que protagonizó la periodista Pilar Molina –conocida por sus estrechos vínculos con la candidatura de Chile Vamos– contra el entonces candidato presidencial Manuel José Ossandón, durante un debate radial previo a las primarias.

El director de comunicaciones de las Iglesias Evangélicas, Cristián Nieto, dio ayer una apasionada conferencia de prensa en la que anunció el enfriamiento de las relaciones con el Gobierno, situación que –dijo– “no buscamos, no queremos, pero nos han acorralado” y luego aseguró que la molestia de La Moneda radica en que “hubo un candidato que recibió aplausos y una Presidenta que no los recibió, porque no representa en su ideario lo que es la comunidad. Esa es la verdad (…). Me parece tendencioso y odioso que se diga que aquí hay un manejo político de la derecha”, afirmó.

Nieto fue candidato a diputado de RN por el distrito de Cerro Navia, Quinta Normal y Lo Prado el año 1997 y tiene fotografías del año 2005 sentado en la sede nacional de dicho partido con el entonces timonel, Carlos Larraín.

A pesar del emplazamiento de Nieto, ayer La Moneda optó por tomar distancia del conflicto. “Ellos son quienes han anunciado una suerte de enfriamiento, la verdad es que nosotros como Gobierno, y así debe ser, tenemos relaciones institucionales con todas las organizaciones del país, y siempre existen canales de conversación y de diálogo (…). Los hechos ocurrieron, la ciudadanía pudo conocerlos a través de las pantallas de televisión tanto en Chile como en el extranjero», acotó la ministra vocera, Paula Narváez.

Desde el piñerismo tradicional hay críticas soterradas a lo sucedido, consideran un exceso el episodio, que se descuidaron las formas, que fue “totalmente imprudente que usara el pulpito un candidato a diputado” y que fue una desprolijidad absoluta de parte de los evangélicos. Si bien descartan que el núcleo duro del comando presidencial de Piñera sea responsable de la “operación Te Deum”, sí reconocen como un error, tanto de RN como del propio ex Mandatario, haber avalado públicamente lo sucedido y no cuestionar que la institución de la Presidencia de la República sufrió una afrenta.

“La institución de la Presidencia hay que tratarla con respeto y lo que sucedió ese día pareció una trampa, todo fue muy mal hecho. La teoría de la conspiración es un exceso, pero haber celebrado lo que pasó y no cuestionarlo fue un gran error”, reconoció un piñerista de larga data y amigo del candidato.

Tanto el mismo domingo como el martes durante una actividad en terreno, Piñera se alineó públicamente con lo sucedido en el Te Deum y lo justificó argumentando el derecho a la libertad de expresión. “Yo creo que los valores de la vida, de la familia, de la solidaridad, son valores que compartimos la inmensa mayoría de los chilenos y siempre es bueno defender esos valores, que han sido valores que nos han acompañado durante toda nuestra vida independiente (…). Cuando la Iglesia Evangélica defiende el valor de la vida, de la familia, de la solidaridad, está defendiendo lo que es su creencia, su pensamiento, su compromiso, hay otros que piensan distinto y hay que aceptar que Chile es una sociedad diversa, tenemos que ser tolerantes», expresó el domingo 10.

Pero no todos en la derecha compartieron esa visión de Piñera. La diputada Karla Rubilar (ex RN) ese día puso en Twitter que «en el día de Acción de gracias a un Dios de amor, algunos se dan el gusto de gritarle ‘asesina'» a la Mandataria. «Q(ué) amor predican?», cuestionó. El ex director de Adimark, Roberto Méndez, por su parte, precisó en esa misma red social que “los pastores no pueden usar el sermón para anunciar candidaturas. Impresentable”. Y la senadora Lily Pérez –piñerista hace más de dos décadas– agregó en igual plataforma que “respetar las distintas ideas y a las personas sin exigir q sean iguales a ti. Eso es amar a Dios. El #tedeum debe unir no dividir a Chile” (sic).

La ex directora de la Junji en el Gobierno de Piñera y actual candidata a diputada, Ximena Ossandón, dijo el martes que «es preocupante que la condena no haya sido transversal. Me hubiera gustado que todos, incluyendo a los presidenciables de mi sector, hubieran salido de inmediato a condenar los hechos y no a relativizarlos (…). Lo fundamental es el respeto por la máxima autoridad y siento que en esta ocasión hubo una encerrona contra la Presidenta que no corresponde para una persona que no puede defenderse. Fue lo mismo que le tocó vivir a Piñera el 2010 cuando asistió a una ceremonia a la Universidad de Chile y fue insultado por muchos estudiantes que estuvieron ahí, algo que tampoco correspondía”.

Para Moreno es difícil que Piñera piense que puede sufrir efectos negativos por lo sucedido en el Te Deum y las sospechas de una operación digitada desde su entorno, porque “su apuesta es el voto más duro”, donde prima el rechazo a la actual administración ante cualquier otra consideración institucional. Es más, consideró que el oficialismo y el Gobierno debieron ser más enérgicos públicamente en poner el acento en “la afrenta al Estado” que representa lo sucedido el domingo.

Entre los expertos en encuestas, consideran que Bachelet seguirá subiendo su nivel de apoyo en los siguientes meses, que rápidamente se está acercando a recuperar la base entre el 39% y 40% que tenía antes que estallara el Caso Caval, en febrero del 2015, y que dinamitó su credibilidad y respaldo.

En Palacio creen que Piñera cometió un error grave, que fue el perdedor en este gallito y aseguran que Bachelet “salió fortalecida”, porque ese día se manejó bien, algo que fue reconocido transversalmente, y al día siguiente de forma “sobria” cerró el capítulo en un tono a la altura de su investidura: “No podemos permitir que las creencias personales, políticas, religiosas o valóricas. nos hagan perder el respeto por los modos de convivencia cívica”.

El lunes 18 de septiembre, la Presidenta deberá asistir al Te Deum ecuménico de Acción de Gracias, que será encabezado por el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati. Si bien la Iglesia católica tiene los mismos reparos y críticas con la agenda valórica del Ejecutivo, en La Moneda dicen que la curia tiene mucho mejor manejo político y sabe perfectamente hasta dónde tirar el elástico para hacerse escuchar sin llegar a la afrenta.

Así, el Gobierno tiene la certeza de que la Mandataria no se verá enfrentada a ningún agravio el día 18, de lo cual ya tienen garantías privadas y públicas. «Yo desapruebo todo insulto y toda mala palabra que se pueda dirigir. Eso no es aceptable en ningún ambiente (…). Las autoridades y todas las personas merecen el más alto respeto, sobre todo cuando uno está investido de una autoridad, es digno y requiere el máximo respeto de todos”, dijo el cardenal el martes, tomando distancia del actuar de algunas organizaciones evangélicas.

El Mostrador/La Tercera

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