Ando en el viejo mundo paseando y tratando de desconectarme de nuestra política local. Y por acá, todo pasando con las mujeres.
En Inglaterra, muere la reina. Con ella termina el siglo XX. Era la última de las inmortales y se fue en medio del aplauso y agradecimiento de su pueblo. Cuando todo cambia y todo es vértigo y velocidad, la gente aprecia la estabilidad y permanencia de una institución. Ella representaba la solidez, el equilibrio y la inspiración que se buscan en un líder.
Al igual que en Chile —que para salvar su gobierno el Presidente Boric trajo dos mujeres power al Gabinete—, acá las mujeres se han tomado la política. Sin paridad, a puro voto, vocación y coraggio, las féminas la llevan en un continente convulsionado.
En Gran Bretaña, eligieron a Liz Truss como líder tory y Primera Ministra. Después de una intensa campaña, quien se define como admiradora de Margaret Thatcher, toma sobre sus hombros el difícil desafío de administrar el Brexit y detener la recesión que se cierne. Y lo hace a la manera ortodoxa: bajando impuestos y fomentando la inversión.
En Italia, eligieron a Giorgia Meloni por el partido Fratelli d’Italia (que comprende a las “sorellas”, para los que no entienden el lenguaje normal). Se hizo famosa con un mensaje simple: “Me llamo Giorgia, soy una mujer, una madre, una cristiana y eso no me lo van a quitar”. Con ello, reivindicó su femineidad por sobre la ideología de género; su calidad de dadora de vida contra sus agresores, y las virtudes de Occidente sobre el resto. Ella defiende la soberanía italiana sobre la burocracia de la comunidad europea. La derrota de la izquierda italiana y su agenda extremista que —como diría Orwell, más que defender el planeta odia a la humanidad— se asemeja a la que sufrió la chilena en el plebiscito. Sin embargo, acá nadie dice que los electores no entienden lo que leen y ningún líder se cree un vanguardista visionario. Mientras tanto, la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen —que mientras maneja Europa cría siete hijos—, se apresta a enfrentarla. Esto sería un choque de trenes, si no fuera porque el alemán llegará a la hora y el italiano no.
En España, la izquierda sigue con una agenda parecida a la nuestra: indultando separatistas y terroristas, subiendo impuestos, cometiendo disparates con la energía y obsesos con la ideología de género. Eso explica por qué nuestro “distinguido” embajador se siente como pez. Tanto o más que otra mujer, la ministra de la Igualdad, Irene Montero, de Podemos, quien se despachó una opinión de antología: que “los niños, niñas y niñes” podían tener sexo con quienes quisieran, siempre que fuera consentido. Nunca se enteró de que los niños son incapaces ante la ley precisamente porque no tienen la madurez para consentir. Todos quisimos a los 12 años ser bomberos, futbolistas o casarnos con nuestro primer amor de verano y después cambiamos de opinión.
Esperemos que les vaya bien a Truss y Meloni, a quienes se les une otra mujer que está haciendo carrera, la española Isabel Díaz Ayuso. Todas de derecha, sin complejos, y que impulsan agendas modernas, amistosas con las personas, la familia y la libertad, bajando impuestos, achicando el Estado, desregulando la economía y devolviéndole el poder a la gente. Y mientras las mujeres lideran en Europa, en Irán son perseguidas por no cubrirse el pelo “como Dios manda”. El silencio de nuestras feministas es estridente. ¿Dónde están LasTesis, la not/primera dama o la ministra de la Mujer para repudiar a Irán? Afortunadamente, en Chile tenemos a Marcela, Evelyn, Katty, Rocío, Paula y muchas más que mantienen la bandera en alto del feminismo y lo defienden con elegancia y sin sesgos ni complicidades ideológicas.
Europa enfrenta la guerra de Ucrania, la amenaza nuclear rusa, el cuestionamiento de la burocracia comunitaria. También crisis migratorias, batallas culturales y Estados quebrados. Todos —al igual que en “Juego de Tronos”— le tienen miedo al invierno que viene en medio de una crisis energética de aquellas. Como titulaba un diario en España: Por estos lados los políticos confundieron “el Estado de bienestar con el bienestar del Estado” y en la pasada dejaron de lado al ciudadano. Y yo que quería desconectarme…(El Mercurio)
Gerardo Varela Alfonso