Era 16 de agosto. En la Fiscalía Nacional, en calle General Mackenna 1369, el ánimo no era el de los mejores. La decisión ya había sido tomada. Se le quitaba el caso Corpesca al fiscal Emiliano Arias y además se instruía un sumario por sus dichos que apuntaban a que en el origen de la Ley de Pesca había corrupción. Jorge Abbott estaba molesto y junto a Francisca Werth, la directora ejecutiva nacional del Ministerio Público, ya habían conversado este asunto. Parcialmente en la noche anterior por teléfono y luego aquella mañana de martes. Pero dicha determinación, que terminaría después con un recurso de protección en contra de Abbott que no tuvo acogida por parte de la Corte Suprema, debían comunicársela a Marta Herrera, la poderosa mujer de la Fiscalía, la única con dos cargos: directora de Unidad Anticorrupción y directora de la Unidad Jurídica, la ex brazo derecho de Sabas Chahuán. Con ella se reunieron durante la tarde y a ese encuentro se sumaba Claudia Lefever, la jefa de comunicaciones interina de la Fiscalía.
Era una especie de comité de crisis para lo que comunicacionalmente vendría. El lugar fue la oficina de Francisca Werth, que está en el tercer piso del edificio del Ministerio Público con vista a la calle Presidente Balmaceda. En dicho encuentro, Marta Herrera pensó que se discutiría cuál camino sería lo mejor, pero prácticamente nadie cuestionó eso porque la decisión ya había sido tomada durante la mañana.
Lo que sí se discutió era si ambas cosas iban a ser comunicadas de una sola vez o se elegiría primero dar a conocer la salida de Arias de Corpesca y días más tarde el sumario. Se eligió lo primero y, aunque dentro de las participantes algunas aseguran que hubo consenso, personas cercanas a Marta Herrera aseguran que ella notó que su opinión respecto al sumario no tendría injerencia, pese a que tenía que redactarlo.
“Ella era de la idea de que don Jorge podía quitarle la causa a Emiliano Arias, porque está dentro de sus atribuciones, pero no de sumariarlo. Veía eso como un problema adicional, un error no forzado, porque no era necesario justificar la salida de Arias de Corpesca con un sumario”, afirma una alta autoridad del tercer piso de la Fiscalía.
Francisca Werth se alineó con el Fiscal Nacional. Creía que Arias se había extralimitado y por eso, con el sumario como respaldo, pensó que se despejarían las dudas sobre si esta había sido una decisión política. Tras la reunión, Marta Herrera volvió a su oficina, también en el tercer piso.
Para varios en la Fiscalía, este episodio ha marcado fuertemente lo que muchos plantean desde la llegada de Francisca Werth. El poder de Marta Herrera no es como antes. La ex brazo derecho de Sabas Chahuán sigue siendo importante, pero ya no tiene la influencia de los últimos dos años. Werth, desde diciembre de 2015, es la nueva mujer poderosa del Ministerio Público.
EX BRAZO DERECHO DE CHAHUÁN VS. AMIGA DE JAVIERA BLANCO
Se llevan bien públicamente. Pero discrepan en varias cosas: en estilo de trabajo, en el discurso del Ministerio Público y en la designación de cargos. Marta Herrera y Francisca Werth son las dos mujeres más fuertes de la Fiscalía Nacional.
La primera, una histórica en la institución. Llegó en 2001 a trabajar con el primer Fiscal Nacional, Guillermo Piedrabuena, luego en 2005 pasó a ser jefa jurídica de Sabas Chahuán en la Fiscalía Occidente. Cuando Chahuán pasó a ser Fiscal Nacional, retornó junto a él y de ahí no se ha movido. “Es el cerebro jurídico del Ministerio Público, con Chahuán lo que ella decía era prácticamente ley. Es inteligente, de carácter fuerte y exigente”, afirma un ex funcionario de la Fiscalía Nacional.
Marta Herrera, abogada de la Universidad de Chile, fue la que precisamente le sugirió a Chahuán tomar las causas de financiamiento irregular vinculadas a los casos Penta, SQM y Corpesca, marcando un precedente en la institución, porque por primera vez en la historia un Fiscal Nacional llevaría investigaciones a su cargo. Por el estilo bajo perfil de Abbott y su falta de protagonismo en las investigaciones de la Fiscalía, “ya no tiene mucho en cuenta a Marta como lo hacía Chahuán. Pero sigue siendo esencial. Todos creíamos que sería la nueva directora ejecutiva, pero finalmente Francisca Werth quedó en el cargo”, expresa un Fiscal Regional.
Herrera estaba acostumbrada a estar al tanto de todo. Con Chahuán era así. Y cada movimiento siempre era conocido por ella. Hoy, y aunque tiene varios fiscales regionales de su lado –la mayoría de estos simpatizantes de Sabas Chahuán– se topó con un Jorge Abbott, a quien le gusta consultar diversas opiniones en la mayoría de los temas sin saber a veces qué decisión tomará, lo que –según comparten algunos directivos de la institución– “la incomoda”.
Respecto a la crisis comunicacional que ha vivido la Fiscalía Nacional con los casos de platas políticas y las críticas que han caído sobre la gestión de Abbott como líder de la institución, dentro del círculo de hierro de la actual vocera del Ministerio Público afirman que ella no comparte la pasividad del Fiscal Nacional para referirse a estas causas. Que desligarse de ellas, recién asumido el cargo, no fue lo mejor.
“Para ella el Fiscal Nacional a veces tiene un discurso incluso de defensor de imputado. Con Chahuán ella trabajó para dar un golpe en la mesa por parte del máximo persecutor del país. En momentos como los que se viven hoy, ella pensó que Abbott apuntaría a lo mismo y no fue así. Sabemos que por las leyes no se lograrán penas efectivas de cárcel, pero sí se pueden lograr condenas y para ello hay que tener un discurso fuerte. Pero Marta no ha logrado que ese mensaje vaya impregnándose en Abbott. Es más, parece que la presunción de inocencia y el respeto por las instituciones se ha priorizado. Se ve débil el Fiscal Nacional. Y Marta no ha generado ese convencimiento”, plantea un ex funcionario de la institución.
Por otra parte, quien ha tomado un rol más protagónico con Abbott ha sido Francisca Werth, que llegó al Ministerio Público en diciembre del año pasado desde el Gobierno de Michelle Bachelet. Tras su paso por la dirección de la Fundación Paz Ciudadana entre 2009 y 2010, Werth trabajó en el Ministerio de Justicia durante el Gobierno de Sebastián Piñera, luego en 2012 llegó a la Defensoría Penal Pública para hacerse cargo del Departamento de Estudios y Proyectos. En 2015 volvió al Ministerio, pero como jefa de Coordinación y Estudios y bajo las órdenes de su ex compañera de Derecho en la Universidad Católica y una de sus mejores amigas, la ministra del ramo, Javiera Blanco.
Werth, que tiene buena llegada a nivel político en la derecha, por su cercanía con Paz Ciudadana, y en la DC, siempre ha aceptado públicamente su relación con la ministra de Justicia, pero ante las suspicacias afirma que su trayectoria la avala para asumir este desafío. Asegura que en su horizonte no estaba el Ministerio Público, hasta que el 18 de noviembre la llamó Abbott a su teléfono. Algunos dicen incluso que su llegada a la Fiscalía fue parte del acuerdo Chahuán-Blanco, para que el Gobierno propusiera el nombre de Abbott al Senado. Así la ministra de Justicia de Michelle Bachelet tendría una operadora de máxima confianza dentro de la institución clave para el devenir de todo el sistema político, a raíz de los juicios por financiamiento irregular, incluida la Presidenta Bachelet y su precampaña presidencial.
“Francisca sabe lo que quiere y por su trayectoria en diversas instituciones sabe cómo meterse en temas que no le corresponden por cargo, pero donde su opinión sí tiene incidencia. Es persuasiva, ambiciosa, pero leal con los que le dan oportunidades. Es matea, maneja información actualizada de todo y sus redes políticas siempre le han servido. Las redes que tiene son un plus. Ella es la segunda autoridad a cargo y eso lo sabe poner sobre la mesa. Juega un rol importante en lo que dice Abbott”, asegura una funcionaria del Ministerio Público.
Con la redistribución de causas y también de poderes al interior de la Fiscalía, Francisca Werth se mueve con mayor comodidad. Quiere representar un liderazgo amigable, les ha dicho a algunos. “Para ella hay que hacer un cambio respecto al amiguismo en la Fiscalía. A su juicio se estaba vulgarizando la función de Fiscal Nacional. Había que distribuir funciones de verdad, ya que si antes estabas al lado de alguien, tenías acceso a beneficios y mayores responsabilidades. Vino a limpiar con su experiencia ciertos errores a los que se acostumbraron acá”, sostiene una persona de confianza de Werth.
Un diagnóstico que compartiría el propio Fiscal Nacional respecto a la distribución de cargos y responsabilidades. Pero no es solo lo único en donde el primero y la segunda a bordo de la institución convergen. Respecto al rol de Jorge Abbott en cómo afrontar públicamente los casos de platas políticas, Werth coincide en que se debe respetar la presunción de inocencia. No ve de mala manera la pasividad del Fiscal Nacional para referirse a las causas que llevan persecutores regionales.
“Nadie sabe lo que realmente piensa Abbott. No lo dice, no se la juega por volver a posicionar a la Fiscalía frente a causas complejas. Sabemos qué piensan Francisca Werth, Marta Herrera y otras personas del Ministerio Público, pero el discurso hoy parece que no les importa a ninguna de ellas”, afirma un fiscal jefe que pidió reserva de su nombre.
Con la llegada de Francisca Werth, algunos fiscales regionales plantean que busca ser la primera mujer Fiscal Nacional de la historia. Que tiene pergaminos profesionales y sobre todo redes políticas para concitar apoyo, además de un discurso moderado. Que esa personalidad le acomoda a Jorge Abbott. Sin embargo, es ese peso político el que algunos persecutores de Santiago y también de otras regiones ven como amenaza.
“Es forastera. Si don Jorge quiere tener a una persona que conoce su trabajo, pero sobre todo porque viene bien recomendada por el Gobierno, nos saca ventaja a todos los que hemos trabajado en la institución. No tiene que ver que sea mujer. Simplemente ella conoce solo la superficie de la interna del Ministerio Público. No cómo se construyen confianzas acá. Y su amistad con la ministra de Justicia hace que todo su actuar sea cuestionable. Aunque ella no tome decisiones en las causas políticas, ella perteneció por amistad y trabajo al Gobierno, y hoy está en una institución que investiga a gente del Gobierno. Eso no se ve bien”, afirma un persecutor regional.
LA CAMISETEADA
Camiseteada. Así considera Jorge Abbott a Patricia Muñoz (38), ex fiscal, ex presidenta de la Asociación de Fiscales y hoy gerente de la División de Víctimas del Ministerio Público. En el círculo cercano de Abbott la ven como una persona que levanta la voz y que da su opinión sin pelos en la lengua a la máxima autoridad de la institución. Y eso pasa por la confianza generada al interior de la Fiscalía Nacional. A Muñoz, quien llegó en 2003 a la institución, la conoce desde el gremio de persecutores, pero comenzó a verla más en la Fiscalía Nacional cuando Abbott fue nombrado director ejecutivo nacional del Ministerio Público y la ex fiscal ya se había hecho cargo de la Dirección de la Unidad de Delitos Sexuales y Violencia Intrafamiliar.
“Competían por quién llegaba más temprano al estacionamiento. Se topaban pasadas las 7:15 de la mañana y conversaban de varios temas, entre ellos, de cómo iba la Fiscalía y sus desafíos. Incluso llegaban más temprano que Sabas Chahuán, que fue quien la potenció en la institución. Durante fines de 2015, en plena postulación y elección de Fiscal Nacional, Patricia fue prácticamente la generalísima en las sombras de Abbott. Era una de las que a nivel interno apostaba por la denominada continuidad”, afirma un funcionario del Ministerio Público en la calle General Mackenna.
En octubre de 2015 postuló a la Fiscalía Regional Oriente, donde –consultada por la mediatización en los casos Penta, SQM y Corpesca– afirmó que “uno tiene que litigar en el tribunal, no en la prensa”. Para otros postulantes de ese entonces “fue un claro mensaje a Carlos Gajardo, quien ya había amenazado a Sabas Chahuán con renunciar al Ministerio Público si lo sacaban de dichas indagatorias. Y ella, claro, aprovechaba eso para mostrar su lealtad al jefe. Algunos funcionarios de dicha Fiscalía no la ven de buena forma por la incidencia que habría tenido Chahuán en una terna final para aumentarle el grado en la institución.
Las atribuciones de Patricia Muñoz dependen de Francisca Werth, con quien tiene una fluida relación, aunque menor en años a la que tiene con Marta Herrera. Para cercanos a Abbott, la injerencia que tiene Muñoz en las posiciones que adopta el Fiscal Nacional pasan por el comportamiento institucional de los fiscales, de cómo tienen que unificarse y de temas contingentes que hacen que ella, por lo extrovertida, dé su opinión.
“Uno cree que Patricia no está muy tomada en cuenta, pero se equivocan. Es persuasiva, comunica bastante y, si se equivoca, trata de arreglar al daño de inmediato. Abbott espera que todos los funcionarios sean como ella respecto a la defensa férrea de la institución. Ella es una persona que cierra filas con él, por eso es que el Fiscal Nacional ha recurrido a ella tanto en temas que le corresponden a su división como otros que no. Uno de ellos fue el caso de Emiliano Arias, donde ella consideró que el recurso de protección presentado por el fiscal fue un atentado a la autoridad del Ministerio Público”, afirma una fuente cercana a ambos en la institución.
De hecho, desde el círculo de Emiliano Arias sugieren que fue ella una de las que influyó en la decisión de sumariarlo después que Abbott le quitara el caso Corpesca. Y plantean que tuvo injerencia en la redacción del comunicado que preparó la directora de comunicaciones interina, Claudia Lefever. En el Ministerio Público aseguran que ella no intervino en dicha decisión ni en la redacción de nada. Lo que sí reconocen es que, de forma genérica, el Fiscal Nacional le habría consultado por dicho escenario y sus consecuencias.
DEL GOBIERNO A LA FISCALÍA
En uno de los tantos encuentros de trabajo que sostuvo el ex ministro del Interior de Michelle Bachelet, Jorge Burgos, con el Fiscal Nacional, el ex secretario de Estado le dijo este año que “le había robado a una mujer importante”. Se refería a Nelly Salvo (46), abogada de la Universidad de Chile, que desde 2014 hasta marzo de este año había trabajado con Burgos en el Ministerio de Defensa y luego en Interior. En abril pasó de La Moneda a hacerse cargo de la División de Estudios del Ministerio Público. Su nombre fue sugerido por Francisca Werth, y Abbott se decidió por ella. “Son los tentáculos del Gobierno acá”, plantea un fiscal metropolitano.
Precisamente el nombramiento de Nelly Salvo, la única de las cuatro que está en un piso diferente (en el segundo) ha generado ruido sobre todo en algunas de las otras personas de confianza de Jorge Abbott. Pero no solo eso, ex autoridades de la Fiscalía y actuales funcionarios del órgano persecutor plantean que, incluir a gente vinculada a la política en una institución autónoma que pasa por un serio cuestionamiento, es un error que el Fiscal Nacional pareciera no comprender.
“Pareciera ser que van instalando gente del mundo político, sin tantas capacidades técnicas para ese importante cargo. Se ve mal y, aunque se le ha tratado de decir elegantemente al Fiscal Nacional, él no escucha, no ve malas intenciones en este tipo de nombres vinculados a la política. En general, no ve malas intenciones en nada y, bueno, puedes darte cuenta cómo estamos siendo percibidos últimamente”, asegura una alta funcionaria del Ministerio Público.
Abbott destaca la responsabilidad de Nelly Salvo e intenta acallar las críticas internas de su designación poniendo sobre la mesa de capacidades el doctorado en Derecho Penal que la abogada terminó en 2014 en Barcelona, además del contacto legislativo que tuvo durante su trabajo con Burgos.
La razón de la férrea defensa del Fiscal Nacional respecto a la ex funcionaria de La Moneda que admira al ex diputado y jurista PS, Juan Bustos, pasa también –según personas cercanas a la máxima autoridad de la institución– por tener un similar discurso y visión sobre las directrices por donde tiene que caminar la Fiscalía.
“Nelly y Jorge apuntan a lo mismo respecto al discurso público. Y eso es como una lealtad que ve el Fiscal Nacional en ella. La institucionalidad, ser republicano, el respeto del sistema. No publicitar ni opinar tanto o polemizar con las otras instituciones, sobre todo en los últimos casos de financiamiento irregular. Bajarles el perfil a hechos graves pero que, por la legislación actual, no se puede más”, afirma un funcionario del tercer piso de la Fiscalía Nacional.
En el entorno de Nelly Salvo coinciden y valoran la mirada de respeto institucional que tiene la ex asesora de Burgos. “Es volver a encauzar el rol de la Fiscalía Nacional como tal. No se pueden crear expectativas porque sí. El Fiscal Nacional dirige una institución, no indaga como se pretendió el año pasado. Eso fue una excepción. Nelly es ordenada y no va a la pelea innecesariamente. Estamos en una institución que está llena de desconfianzas internas y eso pasa por el hecho de que hay funcionarios, incluso fiscales, que quieren ver mal a los que la dirigen. Llámele envidia profesional”, aseguran.
Aunque públicamente no lo reconocen, cercanos a Patricia Muñoz y Marta Herrera coinciden en que no miran con buenos ojos que Nelly Salvo se haya hecho cargo de la División de Estudios. Francisca Werth traspasó el mando total de las atribuciones legislativas y de poner en marcha proyectos e implementación de estos, como la Agenda Corta Antidelincuencia. Si antes, en la administración de Sabas Chahuán, estos temas estaban exclusivamente en manos de la jefa jurídica, hoy estas son compartidas. Nelly Salvo, además del control y gestión de la Fiscalía a nivel legislativo, es la que está a cargo de la coordinación de las policías. En el tercer piso de general Mackenna 1369 hay voces que salen en su defensa en este ámbito, porque “conoce con quién hablar y con quién no. Su trabajo en el Ministerio del Interior es su aval”. Eso sí, algunos funcionarios históricos, principalmente ligados a Sabas Chahuán, apelan a que la relación política es evidente para ellos y eso es poco defendible en momentos de tensión interna como la que existe.
“Francisca Werth y Nelly Salvo son como el brazo político de La Moneda en la Fiscalía. Se ve mal. A nivel legislativo se nos ha pasado por encima. Nos enteramos de todo al último y vamos al ritmo del Gobierno en los proyectos que nos deberían interesar a nosotros. En los delitos de cuello y corbata, a medias. En el de colusión, a medias. Es grave que esa mal llamada distribución de poder que busca el Fiscal Nacional, pero sobre todo Werth, tenga luz verde para todo. Nosotros no somos el Servicio de Impuestos Internos y nos estamos pareciendo. El error no es de Nelly ni Francisca, es cómo llegan ahí”, afirma un Fiscal Regional.
Aunque en la Fiscalía Nacional aseguran que no hay crisis ni menos disputas internas de poder, sino que solo problemas comunicacionales, estos y las discrepancias existentes, podrían ser analizados los días 4 y 5 de octubre en Copiapó, sede escogida por el Ministerio Público para su próximo consejo general. (El Mostrador)