Los primeros seis meses de un gobierno señalan los aspectos centrales que tendrá su gestión, sin embargo, también se dan señales sobre los temas de largo plazo en los cuales pondrá el énfasis. Debería resaltar el cumplimiento de dos aspectos que ha enfatizado: que gobernará para todos los chilenos y que no viene con una “retroexcavadora” propia.
Entre los asuntos más inmediatos podría concentrarse en poner punto final a algunas leyes que tienen serios problemas operativos, como son las reformas tributaria y de la educación superior, que si bien fueron aprobadas por una alta mayoría deben perfeccionarse, tratando de mantener los elementos de equidad que contienen. Es una buena ocasión para demostrar que los beneficios son para todos y no para el gran empresariado, como temen amplios sectores. Además, concentrarse en los beneficios para la infancia, como lo prometió en su campaña.
Los temas de largo plazo son numerosos pero debería además de anunciarlos, generar un amplio diálogo no solo con los parlamentarios de su sector y de la oposición, sino con los actores sociales involucrados, de manera de buscar consensos. Los prioritarios podrían ser:
• Avanzar en la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
• Modificar el régimen de capacitación, centrándolo en los micro y pequeños empresarios.
• El régimen laboral del sector público, lo que incluye la negociación colectiva.
• La regionalización, poniendo énfasis en la creación de polos de desarrollo que cohesionen a las regiones y descentralicen el poder de la capital.
• La modernización del Estado en que los poderes están haciendo crisis. No se trata de una reforma a la Constitución, sino de medidas organizacionales concretas que es necesario conversar, que no se resuelven con meras normas legales, sumando nuevos ministerios o la moda de la informatización. La institucionalidad del país está haciendo agua en todas las entidades, afecta al Poder Ejecutivo, al parlamento, al Poder Judicial, la Fiscalía Nacional, la Contraloría y el cuestionado Tribunal Constitucional; solo se estaría salvando el Banco Central. Chile ha tenido transformaciones profundas y sigue con instituciones incólumes al cambio, propias incluso del siglo XIX, como los ministerios de Relaciones Exteriores, de Minería y el insólito de Bienes Nacionales.
Los aspectos anteriores están en el campo económico social; otras áreas también tienen un cúmulo de aspectos que el gobierno priorizará. Es de esperar que para superarlas pueda guiarse por los objetivos de favorecer a todos los chilenos y concentrarse en aquellas en que se pueda lograr consensos, porque la lista es larga y con muchos aspectos conflictivos. (DF)
Andrés Sanfuentes