Hoy la Convención entregará el texto propuesto al Presidente, quien llamará a plebiscito con voto obligatorio el 4 de septiembre. En lo formal comienza la campaña electoral por las opciones Apruebo y Rechazo, aunque hace mucho tiempo en redes sociales, e incluso con avisos pagados en radios, se ha desatado el tema.
Hasta ahora, lo que se ha visto es una mayor actividad organizada a favor del Rechazo, que rápidamente formó un comité ejecutivo, con personas que tienen experiencia en campañas. Llamó enormemente la atención en dicho comité la ausencia de los “Amarillos”, pese a su pulsión de presentarse como figuras de centroizquierda que votarán en contra de la Nueva Constitución. El compromiso de dicho grupo ha llegado hasta tal punto, que su vocero ocupó su espacio en columnas para dirigir fuertes insultos hacia quienes plantearon la tesis de “Aprobar para reformar”. Tanta pasión no fue premiada por los financistas del Rechazo, que optaron por un comité donde están los de verdad, y no los aparecidos de último minuto.
En el lado del Apruebo no hay nada parecido en materia de organización, y en las horas previas hay solo piezas de una agencia que busca ser la que haga la campaña de todos los conglomerados. Han elegido una estrategia de promoción en redes sociales, lanzando piezas de gran calidad y dirigidas claramente a quienes tienen ya tomada su decisión para el plebiscito. Sus piezas son para convencer a quienes tienen que tomar la decisión de contratar agencias, y no a los electores. Por otro lado, los voceros del Apruebo han pisado la trampa que han puesto desde la otra opción y han dedicado su tiempo a contestar las interpretaciones que realizan aquellos de la nueva Constitución, en vez de hablarles a las personas sobre las razones y emociones de votar por el cambio profundo que significará dicho texto. El mejor ejemplo de ello es el propio Presidente, quien dedicó un espacio en su pauta en Arica a contestarle a un agitador de la televisión de pago y con ello entró de lleno a la campaña.
Esto desarma completamente la idea de desindexar la intención de voto de la aprobación a la gestión presidencial. Ante la fragmentación que vendrá en la campaña del Apruebo y la intención de los convencionales más polémicos en seguir siendo figuras, la jugada es de La Moneda. Para ello debe derrotar su propio tono pesimista, y la suposición de que no se podrán revertir los malos números de aprobación ciudadana antes del 4 de septiembre.
¿Qué hacer? El gobierno debe hacer un giro audaz para conquistar al público. Un cambio de gabinete funciona, pero es resistido por La Moneda, pues significa desarmar el diseño de campaña; y a diferencia de sus antecesores, al actual Mandatario le cuesta deshacerse de su círculo de confianza. Nuevamente el ministro de Hacienda podría dar el salvavidas, pues la tramitación de la Reforma Tributaria podría ser el punto de quiebre. Ya se logró instalar rápidamente que constituye un esfuerzo redistributivo y que no afectará a la clase media. El silencio de la oposición en estos días se debe a que calcularon que en la previa del plebiscito no es buen negocio ponerse del lado de los poderosos de siempre, pero en la tramitación legislativa las cosas pueden cambiar. En una de esas el argumento de la justicia tributaria y la pasión de la derecha de plegarse rápidamente a los privilegiados podría convertirse en el spin que necesita el gobierno para dar vuelta sus malos números y darles sentido a las personas para aprobar la Nueva Constitución. (La Tercera)
Carlos Correa