La elección presidencial del domingo pasado nos dejó varias lecciones que no podemos pasar por alto. En esta columna, trataré de referirme a las que considero son las más relevantes para nuestro país y la centroderecha.En primer lugar, el histórico triunfo de Sebastián Piñera y Chile Vamos confirma, una vez más, que el diagnóstico sobre el que se construyó el programa de gobierno de la Nueva Mayoría (NM), las reformas de Bachelet y la candidatura de Guillier, adolece de un grave error de interpretación de la realidad y las aspiraciones de los chilenos. El fatal error consistió en creer que manifestaciones como las que vivimos en 2011 y otras expresiones similares, significaban que la ciudadanía deseaba poner fin al modelo de desarrollo del país para sustituirlo por otro donde el Estado es el único proveedor de bienes como la educación, la salud y las pensiones, entre otros.
Este error de diagnóstico es la madre de todos los fracasos de la NM: desde el mayoritario rechazo a sus reformas y gestión presidencial, pasando por el largo estancamiento económico, hasta la derrota de Guillier y las descabelladas teorías que justifican su resultado. El gobierno y la izquierda perdieron porque la mayoría de los chilenos no quiere un “nuevo Chile” sino un Chile mejor: un país más meritocrático, donde el esfuerzo personal sea justamente recompensado y donde existan más oportunidades laborales y educativas que se traduzcan en movilidad social para todos.
Sebastián Piñera supo interpretar acertadamente las necesidades y aspiraciones del país y especialmente de la mayoritaria clase media, al ofrecer un gobierno comprometido con el crecimiento, la creación de empleos y el mejoramiento de las condiciones de vida de los chilenos, rompiendo así con los tradicionales ejes ideológicos de izquierda, centro y derecha, y logrando concitar el respaldo tanto de algunos votantes de Sánchez, MEO y Goic, como de quienes apoyaron a José Antonio Kast.
En segundo lugar, una lección de vital importancia para la centroderecha: la unidad del sector es una condición necesaria para su proyección, y solo se consigue al anteponer el bien de Chile a los intereses partidarios y personales. Junto con ampliarse aún más, Chile Vamos debe consolidar su institucionalización, estableciendo mecanismos de participación, de resolución de conflictos y encauzando ordenadamente sus diferencias políticas, dejando atrás los caudillismos que tanto daño le han causado.
Otra lección fundamental para Chile Vamos es valorar la importancia de promover y defender activamente las ideas y valores que sustentan su proyecto político, respaldado mayoritariamente por los chilenos en esta elección. La realización de las Primarias y la búsqueda del apoyo electoral que impone el voto voluntario, ambas instituciones creadas en el gobierno de Piñera, jugaron un rol clave en el fortalecimiento de la coalición, en la exitosa convocatoria de más de 50 mil apoderados de mesa y en el contundente triunfo de nuestro candidato. (La Tercera)
Cristian Larroulet