Los 50 años del golpe y futuro

Los 50 años del golpe y futuro

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Contexto actual. Se consolida la profunda división que existe en el país desde hace más de 50 años, y en donde hay dos relatos completamente diferentes sobre lo ocurrido, antes, durante y después del 11 de Septiembre de 1973

Felizmente, una parte de cada sector mantiene posiciones de dialogo, lo que ha facilitado la salida de algunas crisis anteriores, y seguramente facilitará la actual, que se observa como la más severa de todas, ya que ante el «Nunca Más» propuesto por el Presidente, la división, en vez de aplacarse, ha tendido ha agudizarse.

Los relatos, además de ser diametralmente distintos, en el caso de la izquierda nacen de adherentes y militantes que fueron perseguidos durante el gobierno militar, sufriendo la detención, tortura, exilio y muerte, aunque, al regreso de la democracia, muchos de ellos pudieran reintegrarse a ella desde el primer momento.

El relato alternativo lo tienen las personas que apoyaron a los militares y no fueron perseguidas; que sienten que éstos vinieron a salvar a Chile del peligro comunista y de convertirse en otra Cuba en Latinoamérica, acusando al presidente Allende de dirigir ese intento en contra de la democracia. Algunas de ellas ocuparon cargos  políticos, empresariales y universitarios  en el tiempo del gobierno militar y han mantenido una defensa del mismo y de las acciones realizadas durante su mandato.

En las discusiones los adherentes de ambas posiciones, olvidan el factor tiempo y los temas. Los partidarios de la dictadura centran su defensa del régimen en el lapso previo al golpe y el momento en el que se tomó la decisión de realizarlo, así como en los aspectos económicos de dicho gobierno. En cambio, los enemigos de la dictadura centran su atención en lo ocurrido con los derechos humanos durante el periodo en el que aquella gobernó.

El dialogo se convierte, de ahí en adelante, en un dialogo de sordos, en donde cada uno se refiere a temas distintos. Perdidos los argumentos por los partidarios más extremos de los dos sectores, unos acusan a sus adversarios -convertidos en enemigos-  de comunistas; y los otros, de fascistas, cerrándose, a continuación, toda posibilidad  de continuar el diálogo.

La  incapacidad individual del acuerdo básico llevó al Presidente Boric, erróneamente, a buscar resolverla  colectivamente con motivo de los 50 años del golpe, convocando a los representantes políticos de los distintos sectores a suscribir una declaración conjunta por el futuro, bajo el compromiso del «Nunca Mas», lo que no pudo conseguir.

Felizmente, y para el bien de la República, al llamado reaccionaron los Presidentes de la República vivos Lagos, Frei, Bachelet, Piñera y Boric, quienes elaboraron y suscribieron la llamada «Declaración de Santiago».

En ella hacen referencia a la necesidad de cuidar la memoria, porque es el ancla del futuro democrático que demandan nuestros pueblos. Desafíos a la democracia encararlos con más democracia, nunca con menos; condenar la violencia y fomentar el diálogo y la solución pacífica de las diferencias, con el bienestar ciudadano en el horizonte.

En verdad, este aniversario, el más dororoso desde hace 50 años, debería además de centrar su atención en lo que ocurrió, antes, durante y después del golpe, para buscar al menos lograr un dialogo bajo el amparo de la búsqueda de la tan ansiada reconciliación nacional y en el que se debería asumir responsabilidad con el futuro de la nación.

Responsabilidad con el futuro de la nación que siempre estará exigiendo más desarrollo para poder atender las necesidades de una nación pequeña como la nuestra. Con un país desarrollándose será más fácil que las heridas vayan sanando paso a paso, incluidas las más profundas, si se dispone de más recursos para otorgar un mejor nivel de vida a la población.

Lograr estabilidad política y económica a partir del dialogo que nos permita construir el cuadro de los tres tiempos y encuentros básicos, dependerá de la disposición a la reconciliación nacional, hoy casi imposible de construir.

Los enemigos recalcitrantes, distintos de las victimas de lo ocurrido,  y con los cuales no se puede hacer nada, ya están incorporando amenazas para el futuro de la nación, lo que se expresa en hechos simples, pero profundos, como es el elevar el nivel del riesgo país respecto del financiamiento exterior. Nadie invierte en una nación sin estabilidad futura garantizada. (Red NP)

Basilio Torres

Profesor de Política y Estrategia Financiera