Para nadie era un secreto que el gabinete de la Presidenta Michelle Bachelet no daba para más. Aunque tardío, el anuncio del cambio de gabinete representó un paso en la dirección correcta. Pero la forma en que la Presidenta hizo el anuncio, el plazo de 72 horas que se autoimpuso y la declaración de que todavía no tiene decidido a quién remplazar y qué nuevos nombres integrarán el gabinete; alimenta las dudas sobre su capacidad de liderazgo y su manejo político. Por eso, aunque la noticia sea positiva, la forma en que se hizo pública amenaza con diluir el impacto positivo que debiera tener un recambio en el gabinete.
Después de demorarse más de seis meses en realizar el ajuste de gabinete —con excusas tan burdas e infantiles como que ella hacía todo lo contrario a lo que le sugerían por los medios de comunicación— la Presidenta Bachelet finalmente se decidió a firmar el acta de defunción de su primer gabinete de gobierno. Aunque cada cambio de ministros constituye una derrota para el Presidente en ejercicio, los beneficios que puede traer alejar a los miembros del gabinete desgastados, cuestionados o que simplemente no dieron el ancho a menudo superan ampliamente los costos. Aunque algunos miembros del gabinete venían desgastados desde mediados de 2014, el escándalo Caval y la desprolija forma en que el gobierno reaccionó ante los escándalos Penta y SQM hicieron insostenible la permanencia del gabinete actual.
La señal de alivio que se respira en el ambiente político chileno está inevitablemente acompañada de una percepción de preocupación e incertidumbre. Como la Presidenta Bachelet anunció que le había pedido la renuncia a todo el gabinete, nadie sabe muy bien quién partirá y quién seguirá en sus puestos en 72 horas más. Tan desprolijo fue el anuncio de Bachelet, que el propio gobierno debió salir horas después a anunciar la confirmación en su cargo de Heraldo Muñoz, el ministro de Relaciones Exteriores que actualmente está defendiendo la soberanía nacional en La Haya. Si hubiera reflexionado sobre el anuncio que hizo en el programa de Don Francisco, la Presidenta debió haber excluido a Muñoz de la petición de renuncia.
Pero la forma en que se producirá este cambio de gabinete también subraya la improvisación y falta de manejo político. Como bien dijera la Presidenta en un par de declaraciones anteriores, los cambios de gabinete no se anuncian, se realizan. La propia Presidenta, en la primera y única entrevista que había dado para aclarar el escándalo de especulación inmobiliaria en el que participó su hijo y su nuera, había advertido que cuando realizara el cambio, no lo anunciaría por televisión. Desmintiéndose dos semanas después, Bachelet anunció su cambio de gabinete en entrevista con el popular animador de televisión Don Francisco.
La Presidenta también confidenció que “no he tenido tiempo de sentarme a pensar a quién cambio y quién llega”. A diferencia de los hábiles líderes que anuncian sus decisiones después de tomarlas, Bachelet inconscientemente invitó a la opinión pública a un reality de 72 horas de especulación, negociación con las cúpulas partidistas de su coalición y tira y afloja con potenciales candidatos para entrar al gabinete.
Al renunciar a la discreción que permiten las negociaciones y sondeos de personas sin haber realizado el anuncio de un nuevo gabinete —y sin autoimponerse un plazo de 72 horas para anunciar los nuevos nombres— Bachelet limita sustancialmente su campo de acción y queda secuestrada ante los partidos que lucharán por mantener sus cuotas de poder en el equipo de gobierno. Peor aún, como Bachelet además debe cuidar el balance de género en el nuevo gabinete, las limitantes que tendrá la Presidenta para armar su nuevo equipo neutralizarán el efecto del golpe de timón que ella busca dar.
Los partidos ya han demostrado su enorme capacidad para influir sobre la formación del gabinete. En su primer gabinete, solo semanas después de haber logrado la votación más alta en la historia del Chile moderno, Bachelet anunció su primer equipo reclamando que a ella le hubiera gustado nombrar más mujeres. Presumiblemente, la capacidad obstructora de los partidos evitó que la Presidenta lograra su objetivo. Si cuando recibió el 62% de la votación no pudo nombrar al gabinete que ella quería, ahora que tiene un 30% de aprobación difícilmente podrá imponer su voluntad sobre los partidos de su coalición.
En su entrevista con Don Francisco, Bachelet habló de su compromiso con Chile y de su ideal de construir una sociedad sin abusos. Si bien nadie puede dudar de la nobleza de los objetivos de la Presidenta, la forma en que ha conducido su gobierno y el estilo de liderazgo que ha privilegiado en su segundo período han hecho que la mayoría de los chilenos crea ahora que el país avanza por el camino equivocado.
Lamentablemente, la forma en que la Presidenta anunció su golpe de timón constituye una preocupante señal sobre la capacidad que tendrá Bachelet de lograr que el país vuelva a avanzar por un buen camino.