La funa de un grupo de alumnos de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile contra el profesor universitario Sergio Micco confirma cuán lejos ha llegado la distorsión de valores en no pocas casas de estudio. En este caso, los protagonistas fueron futuros abogados, hecho que no puede sino generar inquietud respecto de lo que puede esperarse de ellos más adelante.
Si la Universidad de Chile se convierte en un lugar en el que pueden actuar impunemente los escuadrones de castigo de las “ideas incorrectas”, quiere decir que su decadencia será inevitable.
¿Por qué se intentó negar la palabra a un hombre digno como el profesor Micco? Parece evidente. El octubrismo no le perdona que, como director del Instituto Nacional de Derechos Humanos, no haya estado dispuesto a poner a ese organismo al servicio del golpismo de izquierda que llevó a nuestro país al borde del derrumbe institucional en 2019: los activistas de la revuelta que actuaban dentro del INDH buscaron que este organismo avalara la idea de acusar al gobierno de Sebastián Piñera ante la Corte Penal Internacional por aplicar una política de violación sistemática de los DD.HH. El objetivo era probar que en Chile había surgido una nueva dictadura, con lo cual se validaban todas las formas de “resistencia” en su contra.
Sergio Micco ha tenido el coraje de denunciar que hubo grupos que, desembozadamente, buscaron derrocar al gobierno constitucional que había asumido un año y medio antes. Podemos imaginar en qué situación se encontraría Chile si lo hubieran conseguido.
Hemos quedado notificados: la oscura corriente del octubrismo no ha muerto. Encarna el espíritu inquisitorial y la validación de cualquier método contra “los enemigos del pueblo”. Retrocedió tácticamente, pero puede emerger de nuevo, como hemos visto, cuando encuentra una oportunidad.
Sus representantes buscan imponerse por el temor y, sobre todo, acallar a quienes levantan la voz en defensa de la democracia. No podemos permitirlo. (El Mercurio Cartas)
Sergio Muñoz Riveros