ME-O: cara de Jadue

ME-O: cara de Jadue

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Si el carácter de candidato eterno ya lo hacía un personaje curioso, su prolongada ausencia del país -van más de 80 días-, convierten a Marcos Enríquez-Ominami es una suerte de caricatura. Claro, todos sabemos por qué no vuelve a Chile. Quiere evitar ser interrogado por el caso de las platas políticas de Soquimich. Pero él insiste en que se trata de una gira de trabajo. Bueno, como nadie sabe en qué trabaja ME-O, todo puede ser. Queda claro, en todo caso, que es una pega agradable. No tiene jefe, horario, ni menos tres semanas de vacaciones, como la mayoría de los chilenos.

Tampoco es que Marco esté ausente. El hombre, de cuando en cuando, hace apariciones fantasmales, vía Twitter. Esta semana le contestó a Piñera, quien lo emplazó a debatir. “Pongámosle fecha. Propongo la semana del 14 en Santiago. Usted elija el día y la hora”, escribió desde París, donde ahora se encuentra. Puede, entonces, que Piñera logre lo que la justicia no ha sido capaz: traer de vuelta a ME-O.

Lo anterior sólo refleja lo alejado que está de la realidad el candidato eterno. Porque, más que verlo debatir, lo que se requiere es que fije fecha y hora para declarar ante la Fiscalía, donde está citado como imputado. Si no aclara aquello, su vida se puede tornar muy difícil. Hay que pensar que su caso es igual o más complejo que el de Jovino Novoa, quien acaba de ser condenado por tres años.

Por eso, fijar un debate con Piñera es poner la carreta delante de los bueyes. Lo primero que tiene que aclarar ME-O es si puede ser candidato. Y eso significa ir a declarar y responder de las acusaciones por las cuales está siendo investigado.

En esto también sorprende la pasividad de la Fiscalía, que aparece como esperando a que el candidato se decida a volver. Lo ha citado en dos oportunidades, y no pasa nada. La situación ha levantado sospechas innecesarias respecto de la ecuanimidad del organismo, quien por mucho menos elevó de inmediato una orden de detención contra Gabriel Ruiz-Tagle, investigado por el “confortgate”. Un delito grave, pero que ni siquiera tiene pena de cárcel.

Igual, las mayores sospechas caen sobre el propio Enríquez-Ominami. Sus declaraciones y las de su abogado en cuanto a que están dispuestos a colaborar con la justicia, caen en el vacío. Las palabras de ME-O, en cuanto a que pese a recibir aportes de Soquimich no vendió su conciencia, son discutibles pero irrelevantes para la causa, toda vez que lo que se investiga es si los aportes son legales.

ME-O siempre ha sido un personaje sospechoso de la política. Uno que transita entre ser una suerte de iluminado a un fraude. Hasta ahora, ha primado lo primero y ha tenido éxito. Lleva dos elecciones perdidas, pero sigue siendo popular. Pero hoy vive un punto de inflexión. Si es tan serio, como dice, lo que corresponde es que dé la cara. Pero como no lo hace, algunos dicen que es un “cara de Jadue”. Al menos este último salió del país para confesar sus delitos. Con su actitud, Marco aparece como fugado. Y la cosa no da para más. Andar arrancando por tres meses no corresponde a alguien que aspira a ser Presidente. Salvo que ahora quiera ser Canciller.

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