Mejorando los debates: una opinión

Mejorando los debates: una opinión

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Los ciudadanos y ciudadanas de los tiempos que se viven, son mucho mas informados y críticos que antaño. La razón principal es el mayor acceso a la educación, la profusión de medios de información y los medios tecnológicos de difusión al alcance de la gran mayoría.

Actualmente, estamos en una época de debates y entrevistas televisivas y de radio, donde día a día aparecen políticos, analistas, periodistas, académicos u opinantes interesados en los que ocurre, que nos dan pautas de cómo funcionan las cosas. Ellos, para bien o para mal, son los que marcan la diferencia entre la opinión pública y la opinión “publicada”.

La opinión publica es la que las personas comunes construyen a partir de sus vivencias y experiencias en el diario vivir. Esas opiniones podrán tener discordancias entre sectores pero también ejes que serán compartidos por una mayoría, En cambio, la opinión “publicada” es una construcción interesada o no, de solo partes de la opinión de la masa, para ser difundida por los medios de información. Por tanto, es una selección que se hace  `motivada por algún interés subyacente.

Lo importante en una sociedad es que la opinión publicada sea lo mas cercana a la opinión publica, ya que de esa forma los medios cumplirán en mejor forma y de manera mas independiente su importante labor. Esta tarea, no es solo de los profesionales de la prensa, sino que también de destacadas personalidades de distintos ámbitos que participan en debates, columnas de opinión, comentarios y análisis.

En este ámbito, los que ciudadanos y ciudadanas esperamos  que estos debates sean entretenidos, ágiles y muy substanciosos, dotados de un lenguaje directo, simple, un idioma bien hablado y una estructuración lógica de ideas que haga entender de inmediato el mensaje,  no exigiendo demasiado a quien lo recibe y lo exceptué de quedar cavilando sobre “lo que se quiso decir”. Pese a ello, somos testigos de que mas bien proliferan los oxímorón, tautología aburridoras, frases hechas, lugares comunes y uso indebido del “hubieron” y “han” habido”.

Se suma, que en varias oportunidades en estos encuentros los periodistas o moderadores se transforman en los principales protagonista, quedando los contrincantes en un lugar secundario.

Pues bien, en estos debates con cierta frecuencia, aparece alguno que señala que va a “redondear” las ideas que se han estado discutiendo. Como sabemos, redondear una idea es tan absurdo como escribir en el agua. Las ideas filosóficas, políticas y propias de las ciencias sociales son abstractas, surgen del razonamiento y o la imaginación, y no tienen formas tales como cuadradas, triangulares, pentagonales u otras. Por tanto, no requieren de la geometría para su estudio y sólo las cifras pueden aproximarse o como se dice también “redondearse” a un numero entero.

Para el estudio de las ideas serán las ciencias sociales y, en particular la filosofía, las que debieran usarse y, por ello, a falta de esos estudios, algunos optan por usar un lugar común absurdo e inútil como ocupar el tiempo en “redondear” ideas ya dichas por otros.

Por su parte, la debilidad de las ideologías entendidas como un “sistema de ideas” y reconocidas como tradicional sustento de la política y  motor de la argumentación, ya no son parte de la docencia en los jóvenes que ingresan al ejercicio de la política.

En rigor, el “redondeador” de ideas o de opiniones es alguien que no tiene opinión y que para hablar ocupa las de los otros, con el pretexto de resumir, aclarar y agregar elementos superficiales a lo ya dicho. Lo anterior, porque no están en condiciones de partir con una idea nueva o distinta y, menos ordenar ideas con lógica adecuada, esta ultima disciplina postergada en nuestra educación por el tráfago de materias propias de los tiempos que se viven.

Por cierto, habrá quienes digan que redondear ideas es una técnica para llevar la idea a la acción, pero eso es una entelequia comercial para vender programas de cualquier cosa por Internet.

En suma, el “redondeador” de ideas es un “latero” consumado y muchas veces bastante experimentado porque lleva  años practicando ese vicio dialéctico. Además, es alguien que pareciera tener la absurda creencia de que las ideas deben ser redondas como una pelota de fútbol y, por ello, advierte con realizar ese infructuoso trabajo. Por cierto, olvida que en nuestro país se ha usado el término “redondo” para resaltar algo despectivo como “fulano es redondo de flojo”.

En mis años de profesor, ya superados por el tiempo y las circunstancias, expresaba el primer día de clases,  que los “redondeadores” de ideas no eran bienvenidos. Además, recomendaba que quienes usaban este subterfugio como un simple lugar común introductorio para intervenir,  lo eliminaran por ser fútil y nada académico. Que, por tanto, esperaba ideas propias, análisis y metodologías para elaborar los conceptos.

A quienes ejercen esta importante labor de comunicar y de participar en debates, se les pide que se marginen de  “redondear” ideas porque no existen las herramientas para hacerlo ni la ciencia que enseñe como hacerlo, pero lo que es peor, no tenemos la paciencia para escucharlos.

Hay que aclarar, de todas maneras, que no son todos los comunicadores de cualquier condición y actividad, quienes usan y abusan de estos vicios dialécticos e idiomáticos, pero de que los hay, los hay.

En estos debates, creemos que se trata de seducir a la ciudadanía e interesarla en los temas de interés nacional, evitando que la audiencia se aburra o caigan en cuenta que son discusiones que mas bien confunden.

Convirtiendo el estudio la filosofía como un hábito, asimismo como de la lógica, pensamiento critico y buen manejo para denunciar las clásicas falacias, mejorarán los debates sin darnos cuenta.

Así las cosas, comprobaremos que las ideas no necesitan ser redondas, salvo que las empleemos para “chutearlas” como una pelota, en búsqueda de un “apurado” argumento de trinchera política y no de un concepto cargado de docencia. (Red NP)

Jaime García Covarrubias