La cuenta pública del Congreso Nacional, que este año se realizará el 4 de julio, será el hito para iniciar la renovación de autoridades de la Cámara de Diputadas y Diputados.
Este proceso tiene una alta sensibilidad para el gobierno, en vista de que el 2023 probablemente sea la última ventana que tendrá la administración del Presidente Gabriel Boric para acuerdos legislativos, antes de que el clima político se enturbie por el período de campañas electorales (2024-2025). Por lo tanto, mantener el control de la Cámara es un tema estratégico para La Moneda.
El actual presidente de la Cámara, Vlado Mirosevic (liberal), ya ha transmitido a la mayoría de las bancadas que su intención es renunciar entre el 3 y 5 de julio para dar paso al procedimiento de elección de la nueva mesa directiva de la corporación. Junto a él se irán también los vicepresidentes Carlos Bianchi (independiente) y Catalina Pérez (RD).
El problema es que aún no está resuelto quién será su sucesor o sucesora, por lo que ya se desató una carrera contra el tiempo para encontrar un nombre que logre las mayorías necesarias.
Originalmente, la postura del gobierno era buscar un acercamiento con la oposición y replicar el acuerdo administrativo que se selló en el Senado entre oficialismo y Chile Vamos, en marzo de 2022, con el fin de mejorar el clima de diálogo en la Cámara.
A diferencia de los senadores de derecha, que han tenido una disposición más colaborativa con La Moneda, los diputados del bloque opositor, al sentirse marginados de los espacios de poder en la Cámara, han actuado con mayor virulencia y revanchismo, poniendo -en algunos casos- en serios aprietos al Ejecutivo, como ocurrió, por ejemplo, con el rechazo a la idea de legislar de la reforma tributaria en marzo pasado.
Sin embargo, los planes de La Moneda para un acuerdo amplio se han vuelto cuesta arriba. Esta idea de buscar una acercamiento con la derecha comenzó a ser promovida por la exministra Ana Lya Uriarte (PS), cuando ella estaba a cargo de la Secretaría General de la Presidencia, y se ha mantenido con el actual titular de la Segpres, Álvaro Elizalde (PS), quien -en su tiempo de parlamentario- fue uno de los articuladores del pacto de gobernabilidad en el Senado.
En la derecha sostienen que es difícil lograr un pacto con el oficialismo, toda vez que hay una decisión estratégica de Chile Vamos de mejorar las relaciones con el Partido Republicano, lo que implica incluirlos en cualquier tratativa.
La presencia de los republicanos, no obstante, provoca distancia en sectores de izquierda, como el PC y Frente Amplio, donde prefieren seguir apostando a una mayoría relativa con fuerzas no alineadas para mantener el liderazgo de la Cámara.
Conscientes de que el oficialismo difícilmente se abrirá a un acuerdo amplio, a pesar de las intenciones de La Moneda, los negociadores de derecha ya han tomado contacto con bancadas no alineadas, como los Independientes Social Cristianos (ex-republicanos, ex-PRI, ex-RN, ex-PDG y evangélicos), el PDG y el Centro Democrático Unido (ex-DC y Erika Olivera).
Con esos grupos, la derecha llegaría, en teoría, a 78 votos, cifra suficiente para tomar el control de la Cámara y, eventualmente, proceder a realizar cambios en la integración de comisiones, en base a una interpretación reglamentaria (jugada que aún no está resuelta del punto de vista jurídico).
Las primeras cartas de este bloque para presidir la corporación son hasta el momento los diputados Jorge Alessandri (UDI), Joanna Pérez (Demócrata-CDU), Francisco Undurraga (Evópoli). En RN no tienen un postulante indiscutido, aunque algunos le dan cierto favoritismo a José Miguel Castro. Otros sugieren a Andrés Longton, Jorge Rathgeb o Ximena Ossandón.
El cuadro en el oficialismo, por el contrario, se ha tornado sombrío, ya que hasta el momento solo tienen 75 votos para aspirar a presidir la Cámara.
Si bien en marzo de 2022 lograron una alianza con estos grupos no alineados, en esta oportunidad no ha habido acercamientos y, además, en los últimos días escaló la tensión entre las bancadas de la DC y PC.
A juicio de los democratacristianos, que son liderados por el diputado Eric Aedo, en este nuevo período les correspondería a ellos asumir en la testera. Las principales cartas de la DC son el mismo Aedo y Ricardo Cifuentes.
El problema es que el año pasado la DC se negó a apoyar a la comunista Karol Cariola para presidir la Cámara, argumentando que el PC estaba detrás de una querella contra el exdirector del Instituto de DD.HH. Sergio Micco.
Frente a ello, los comunistas, que ahora son liderados por el diputado Luis Cuello, están exigiendo el turno que no pudieron asumir con Cariola. Si bien la legisladora por la zona norte de Santiago ya no estaría interesada en presidir la corporación, debido al costo personal que significó su fallida candidatura, el cupo PC podría ser asumido por el mismo Cuello o Alejandra Placencia.
En el oficialismo señalan que el PC tiene especialmente reparos con Aedo, quien fue el vocero del veto a Cariola.
El conflicto escaló al punto que la bancada DC acordó este martes, a la hora del almuerzo, que no aceptarán vetos a ningún democratacristiano y que si no se les respetaba el turno para presidir la Cámara -que figuraba en el acuerdo que se estableció en marzo del año pasado- se declararían en libertad de acción para negociar con la derecha.
Este jueves, además, el jefe de bancada de la DC concurrirá a La Moneda para plantearle esta inquietud a Elizalde.
“El cupo le corresponde a la Democracia Cristiana y lo vamos a defender. Si algunos tienen una opinión distinta, espero que la sinceren rápidamente. Estamos en disposición de buscar todas las formas de acuerdo que le permitan a la DC mantener el cupo”, remarca Aedo, quien, como acto de reconciliación con la izquierda, le cedió la presidencia de la Comisión de Salud a la diputada Ana María Gazmuri (Acción Humanista).
Ese gesto, sin embargo, al parecer no fue suficiente.
“Tenemos que establecer las conversaciones con todas las fuerzas políticas. Pero, en definitiva, la distribución de las presidencias es algo que tenemos que resolver. Hasta ahora, eso (quién asume) no está resuelto”, comenta Cuello.
Dado que la sucesión de Mirosevic no está clara, desde el mismo oficialismo han comenzado a deslizar que el actual presidente de la Cámara no renuncie mientras no se despeje el tema.
No obstante, si las fuerzas de derecha logran un acuerdo con los sectores no alineados, no necesitarían la dimisión de la actual mesa, ya que tendrían los votos para presentar una censura y forzar una nueva elección de autoridades. (La Tercera)