El reciente reporte de la OMS sobre calidad de aire urbano, vuelve a poner en primera plana el urgente flagelo de la contaminación atmosférica. El estudio, muestra que muchas ciudades de nuestro país como Andacollo, Rancagua, Padre las Casas, Temuco, Osorno y Coyhaique, poseen la peor calidad del aire del continente debido a la presencia de MP 2.5: el contaminante más dañino para la salud de las personas.
La gestión de calidad del aire es uno de los ejes más relevantes de la gestión ambiental en Chile. De acuerdo a la última Encuesta Nacional del Medio Ambiente, la población en general (32%), percibe que este tipo de contaminación es el principal problema ambiental que afecta a los chilenos.
Esta prioridad ha sido recogida por los distintos gobiernos desde la década de los 90 y es uno de los mejores ejemplos de continuidad en políticas públicas de largo plazo. En materia de contaminación atmosférica no existen balas de plata: el único camino posible requiere de una combinación de voluntad política, recambio tecnológico masivo y sobretodo de un significativo cambio cultural.
Estamos así frente a una problemática de nivel nacional que tiene un impacto local. Las causas de la contaminación en cada una de las ciudades afectadas obedece a realidades distintas. En la zona norte del país la presencia natural de polvo en suspensión, además de la actividad industrial, son las principales causas que explican el fenómeno. En la zona central el intenso tránsito vehicular, las actividades industriales y la calefacción domiciliaria, contribuyen de manera más balanceada a la contaminación por MP 2.5. Finalmente, en el sur del país, es el uso masivo de leña para calefacción provoca la mayor contribución de contaminantes.
En la batalla contra la contaminación atmosférica, el Ministerio del Medio Ambiente es la cara más visible. Esto, por su importante rol en la formulación de normas de calidad y emisión, además de la creación de planes de descontaminación. Dicha cartera presentó en 2014 una estrategia de 4 años para el desarrollo de 14 planes prevención y descontaminación atmosférica a lo largo del territorio nacional. De ellos solo alcanzaron a formularse 9. La administración del Presidente Piñera continuará y profundizará este trabajo, iniciando nuevos procesos para ciudades como Calama, Copiapó, Llay Llay, Linares y Puerto Montt entre otros.
Sin perjuicio de lo anterior, es una realidad que la sola elaboración de planes y normas no solucionará el problema de la contaminación, si es que no logramos atacar el problema haciéndonos cargo de las distintas realidades locales y reconociendo las debilidades estructurales. Para ello se requieren cuantiosas inversiones en recambio de calefactores, eficiencia y aislación térmica, aumento de la capacidad de monitoreo y fiscalización, en educación ambiental, entre muchos otros. Por esta razón, la labor técnica de la institucionalidad Ambiental, debe ser complementada por el esfuerzo de inversión de los Gobiernos Regionales, el Ministerio de Energía, Vivienda y de Salud.
Por eso mismo es que como parlamentario colaboraremos con fuerza fiscalizando que estos planes de descontaminación se ejecuten de manera correcta, ajustándose a las realidades de cada zona. Asimismo, y junto al Ministerio de Medio Ambiente, velaremos para que los instrumentos de medición se ajusten a los estándares más exigentes, aunando criterios en los diagnósticos que permitan, por ejemplo, reaccionar a tiempo en el caso de alerta ambiental.
Es deber primordial del Estado liderar y mantener la importancia que hoy la ciudadanía le da a este tema, con la colaboración de los ministerios, municipios, parlamentarios y organizaciones ciudadanas. Es un esfuerzo conjunto en un tema urgente y necesario, que tiene como objetivo lograr mejorar la calidad del aire y la vida de las personas. (La Tercera)
Sebastián Torrealba, diputado RN