La última encuesta CEP mostraba que entre los principales problemas a los cuales el gobierno debía dedicar un mayor esfuerzo está la delincuencia, pensiones, salud, empleo y sueldos, entre otros, lo que muestra ciertas coincidencias con lo planteado por los manifestantes durante los últimos 10 días, haciéndose hincapié en los bajos salarios y el costo de la vida.
En los sueldos y empleo hay una relación muy estrecha y evidente con el crecimiento económico, ya que al ser este último más acelerado, genera una mayor creación de empleos con presión de salarios al alza. Así ocurrió durante el primer gobierno del Presidente Piñera, en donde el problema era que no había suficiente mano de obra para echar a andar nuevos proyectos de inversión. Pues bien, ese crecimiento económico ha sido muy bajo en los últimos años, en contraste con lo observado en décadas previas. Efectivamente, entre el año 1990 y 1999, el ingreso per cápita aumentó en 51,4%, mientras que entre 2000 y 2009 lo hizo en 29,8%. En la última década, en cambio el incremento acumulado ha sido mucho más modesto y de hecho entre 2015 y 2019 será sólo de 4,6% en total, lo que implica menos de 1% anual. Esta última cifra contiene el bajo crecimiento de los últimos cinco años más el ingreso de más de un millón de inmigrantes, por lo cual la sustancial mejoría en bienestar observada en décadas previas ha desaparecido y han llevado a que efectivamente nuestro mercado del trabajo ya no genere empleos como antes en un contexto de salarios más estancados.
Para analizar el incremento del costo de la vida podemos observar la variación de precios por grupo de productos; al usar la canasta base 2013, vemos un aumento total del costo de la vida entre enero de 2013 y diciembre de 2017 de 18%, periodo en el cual lo que más subió fueron las bebidas alcohólicas y tabaco, con un 38%, debido a la Reforma Tributaria del 2014. Luego se observó una expansión de 30% en el grupo de restaurantes y hoteles. Los alimentos, por su parte, subieron en 23% en dicho periodo, es decir por sobre el IPC general, mientras que vestuario cayó en 19% y comunicaciones en 4%. En estos dos últimos se observa el mayor grado de competencia, portabilidad numérica y la irrupción de los productos elaborados en China.
Estas variaciones tan disimiles de los grupos de productos del IPC, dan cuenta de la permanente atención que debe tener la autoridad económica para elevar la competencia en los mercados y lograr así lo observado en los vestuarios y comunicaciones. En la medida que los más pobres gastan una gran proporción de su ingreso en alimentos, y estos últimos han subido más que el IPC general, se genera evidentemente un fenómeno de descontento.
En conclusión, creo que justamente la manera mediante la cual debemos enfrentar esta situación desde la óptica económica es justamente más crecimiento y más competencia, ya que en la medida que se comiencen a adoptar medidas populistas que dañan los equilibrios macroeconómicos y la asignación de recursos tendremos menos y no más empleos, bajos y no altos salarios y finalmente una frustración adicional a la existente en la actualidad.
El Líbero