“Casi hago caer al gobierno”, bromeó el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, tras tambalear y aferrarse a su recién asumido par argentino, Mauricio Macri, en diciembre. El aludido, entre risas, respondió con un “no tan rápido”. Ese cambio de mando marcaba el fin de doce años de gobierno de izquierda en Argentina, con la promesa de terminar con las políticas intervencionistas de sus antecesores y abrir la economía a capitales extranjeros.
Lejos de caer, la derecha parece afianzarse en la región. Las evidencias más notables están en Perú y Brasil. En el primero, la reciente primera vuelta electoral dejó a dos cartas de derecha para el balotaje: Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuzcynski. Verónika Mendoza, quien representaba una izquierda más radical que el presidente saliente, Ollanta Humala, quedó en un lejano tercer lugar con sólo 18% de los votos.
BASTIONES TRADICIONALES
Uruguay, Bolivia, Venezuela y Ecuador son los bastiones de izquierda más dura en la región. En este último, Rafael Correa logró que el congreso aprobara el año pasado una polémica reforma constitucional que permite la relección indefinida.
En noviembre, sin embargo, aseguró que no se postulará para los comicios en febrero de 2017. Con la economía en recesión, su nivel de respaldo ha caído a 41%, el nivel más bajo de su mandato. Pero muchos piensan que podría cambiar de opinión si su popularidad repunta junto con la economía.
Ecuador “es una economía muy dependiente del petróleo, que, además, está dolarizada; por eso, (Correa) no tiene las mismas herramientas administrativas para responder que otros gobiernos”, explica Risa Grais-Targow, directora de Investigación para Latinoamérica de Eurasia Group. “Está enfrentado a problemas financieros. El gobierno fue el principal motor de crecimiento durante su mandato y, con menos recursos, la economía se está contrayendo”. En ese escenario, la analista sostiene que Correa tendrá dificultad en los comicios. “En Ecuador también podríamos tener un giro a la derecha el próximo año”, sentencia.
Más al sur, en Bolivia, Evo Morales sufrió en febrero su primera derrota electoral en diez años; con los votantes negándole la posibilidad de repostular a la presidencia en 2019.
Ese año también hay elecciones en Venezuela, que, sumida en una crisis de abastecimiento, eligió el año pasado a una Asamblea Nacional dominada por la oposición. Hoy, la derecha busca revocar el mandato de Nicolás Maduro en un referéndum, lo que el mandatario describe como un “golpe de Estado”.
CENTRO IZQUIERDA-CENTRO DERECHA
Pese al giro, Grais-Targow asegura que todos los gobiernos, más allá de su color, se enfrentan a una ciudadanía exigente y descontenta. En Chile, aunque ganó con más del 60% de los votos, la presidenta Michelle Bachelet llegó a la mitad de su mandato con 26% de aprobación, enredada en denuncias de corrupción.
En Argentina, Macri está ad portas de lograr que el país salga del default, pero también enfrenta escándalos por una sociedad offshore. En tanto, el presidente paraguayo Horacio Cartes conduce un país con una historia de malversación y depotismo. Según la Unidad de Inteligencia de The Economist, la elección de 2018 ya podría tener a su primer contendor: el ex mandatario Fernando Lugo, cuyo gobierno de izquierda terminó en un impeachment.
RISA GRAIS-TARGOW, DIRECTORA DE INVESTIGACIÓN L.A. DE EURASIA GROUP
– ¿Hay un cambio visible en el color político de Latinoamérica?
– Sí. Tenemos el fin de los gobiernos kirchneristas en Argentina, Roussef confrontando serios problemas en Brasil, Correa bajo presión en Ecuador y Maduro en la misma situación en Venezuela. Todos esos movimientos, que eran los actores dominantes en la última década, están enfrentando problemas ahora que el contexto externo es mucho menos favorable.
– ¿Cómo influye el contexto externo?
– Lo que hemos visto es que, con el fin del boom de los commodities, también llega un fin del superciclo político que lo acompañó en la región. Los gobiernos de izquierda que eran dominantes tenían la ayuda de recursos disponibles por el boom de los commodities. Hoy, los votantes están descontentos y su exigencia por un cambio significa un giro hacia la derecha.
– ¿Podría volver a producirse un cambio si el contexto económico mejora?
– Creemos que vamos a ver recuperación en los precios del petróleo este año, pero no al nivel de los
US$ 100 por barril del boom. Creo que el problema que los líderes latinamericanos enfrentarán en toda la región es que el éxito económico y la salida de las personas de la situación de pobreza crearon una clase media altamente exigente. Eso es un desafío, cuando no están los recursos para responder a esas exigencias. Los votantes quieren mejor calidad de servicios de salud y educación, todo lo cual significa dinero. Esas demandas ejercerán presión, no importa lo cómodo que esté el gobierno. Ese será un problema en el futuro. (DF)