No es oportuno debilitar al Ejecutivo en la coyuntura, ¿pero cuánto hacen sus integrantes por debilitar las instituciones?
El ministro del Interior ha impuesto a Carabineros no usar las escopetas de perdigones. Gran noticia para los “expertos” internacionales tax free. Cabe preguntarse: ¿cuántas botellas con orina, cuántos escupos, cuántos recuerdos para su madre, cuántas referencias a su virilidad aguantaría el ministro, forrado en una pesada coraza cuando hacen 30 grados y luego de dormir cuatro horas, si acaso?
Luego, el Presidente Piñera anuncia que se perseguirá tanto a los policías que cometen abusos cuando tratan de controlar a la turba violenta, como a los delincuentes que agreden a diestra y siniestra, violando los derechos personales, como manera de romper el orden institucional. Esta equivalencia moral es inaceptable.
Examinemos la proposición. Unos subvierten las pocas jerarquías institucionales que quedan, y hieren con mano cobarde; las policías, en cambio, defienden el orden mínimo de la calle, que permita trabajar y retornar al hogar con cierta seguridad. Yendo más a fondo, la acción policial le ha permitido a quien fuera elegido por los partidarios del orden, el Presidente, y a sus opositores, conseguir una pausa para pensar. Las instituciones existen precisamente para que las imperfecciones de los seres humanos no sean fatales para el conjunto. Quienes gobiernan desde el Ejecutivo, al parecer, no se han dado cuenta de que el auténtico golpe de Estado que hemos padecido sigue en desarrollo, erosionando a los sufridos policías, para perplejidad de los ciudadanos normales que se sienten sin amparo. (El Mercurio Cartas)
Carlos Larraín Peña
