Manuel José Ossandón se está convirtiendo, quizá sin proponérselo, en el Trump chileno. Su estrategia de demolición es parecida a la que el magnate y ahora Presidente de EE.UU. tuvo en la primaria republicana. Hay que recordar que en sus inicios se dedicó con mucha pasión a atacar a los niños mimados del Grand Old Party, dejándolos como representantes de Washington y las elites, mientras él hablaba por el pueblo. Las propias contradicciones del discurso de Trump, millonario siempre muy cercano al poder, hizo creer a muchos que lo hundirían y que su intención de postular a la presidencia no pasaba de ser la anécdota necesaria para hacer entretenidas las elecciones.
Ossandón tiene el mismo sello y también sobre él se cree lo mismo. Parece a muchos folclórico que diga que el problema de La Araucanía se resuelva a balazos, y que no tenga idea sobre el Acuerdo de París. Como están todos convencidos de que Piñera va a ganar la primaria de la derecha, no hay mayor preocupación por sus excentricidades, ni por sus contradicciones.
Pero no es así, como tampoco lo fue Trump en el Partido Republicano. Ossandón es un temerario con una intuición única sobre lo que piensa la persona a pie y cómo construir polémica para marcar en los medios. Fue alcalde de Puente Alto contra todo pronóstico, se dio el lujo de instalar a su principal heredero político con una alta votación y compitió exitosamente para ser senador contra una de las figuras más populares del gobierno de Piñera, el ex ministro Laurence Golborne. Su victoria contra quien había rescatado a los mineros tuvo como daño colateral la no reelección de Soledad Alvear, a quien también Ossandón le arrebató votos.
El senador ha elegido esta vez ir sobre Piñera por el lado que más le incomoda contestar: su patrimonio y la estrategia con que lo administró mientras era Presidente. Al igual que Trump, le dan lo mismo los riesgos evidentes de su estrategia y quedar atrapado en contradicciones. Como él mismo ha reconocido, su campaña la financia su familia, la que estuvo involucrada en lo que el director del SII calificó como el mayor fraude tributario de la historia.
La complejidad del caso tributario que afectó a la familia Ossandón Larraín hace que sea lejano a la opinión pública, y si le preguntaran sería creíble que dijera que no tenía idea. Si no tiene conocimiento sobre el más importante acuerdo para luchar contra el calentamiento global, que afecta en especial a agricultores como él mismo, ¿por qué tendría que saber sobre temas impositivos tan complejos? Sabe que lo que necesita es enganchar con la gente común, que siente a las autoridades lejos del living de su casa y a los que las palabras de balas para resolver los conflictos violentos y la honestidad de la política suenan a música en sus oídos.
El exceso de triunfalismo de Piñera y la instalación que Ossandón en realidad está peleando por un segundo lugar va a jugar a favor suyo. El ex presidente tiene un voto blando de derecha que podría ese día quedarse en casa viendo la final de la Copa Confederaciones, pues presume que la primaria está ganada. Y como paradoja, si le fuera bien a Felipe Kast en sus intentos por remontar el bajo porcentaje que tiene, también le favorecería, pues el diputado se convertiría en el Cura de Catapilco, que le quita votos a Piñera y no a él. (La Tercera)
Carlos Correa