Lleva 10 años fuera de la primera línea de la política, pero a Pablo Longueira (ex UDI) muchos en la derecha le siguen consultando sus análisis políticos. Y él se preocupa de transmitirlos de vez en cuando a través de documentos que envía a varios grupos de WhatsApp de los que es parte y donde sigue provocando debate y opiniones encontradas.
Exdiputado, exsenador, exministro y excandidato presidencial, Longueira mira a la distancia la época de la transición en la que encabezó la UDI y apostó por la política de los acuerdos. Ocurrió, sobre todo, durante la Presidencia de Ricardo Lagos. En el año 2003, fue uno de los rostros fundamentales tras la negociación del Acuerdo de Modernización del Estado, el primer intento por regular la relación entre la política y el dinero a raíz de los casos sobresueldos y MOP-Gate que en ese entonces asolaban a La Moneda. “La política de acuerdos, los 30 años, por llamarlo de alguna forma, fue un proceso de dos generaciones políticas que se dio en un contexto muy particular. Y eso tuvo mucha legitimidad social durante muchos años, hasta Piñera I. Eso se perdió, la clase política no se dio cuenta de que, en los segundos gobiernos de Bachelet y Piñera, ya no había una legitimidad social para continuar con esa política de acuerdos. (…) Hay una desconfianza en la élite política que impide reconstruir esa legitimidad social”, afirma.
Desde ese punto de vista, para Longueira no hay sustento para un discurso pro acuerdos por parte de Chile Vamos, como tampoco lo hubo para que se lograra un consenso en el proceso constituyente.
A 35 días del plebiscito, el exministro afirma que “la derecha ya ganó” al estar la izquierda -explica- optando por la Constitución de Pinochet. Y que, por lo mismo, ahí está el problema del ‘A favor’: “Tenemos que elegir entre dos proyectos buenos”.
¿Era posible llegar a un acuerdo entre la izquierda y la derecha en el Consejo?
No, era una ilusión, nunca estuvo sobre la mesa. El mismo día en que el Partido Republicano obtuvo esa votación inédita, mayor que todos los partidos de Chile Vamos, creo que el Partido Comunista tomó la decisión de no avalar un texto que proviniera de una cosa tan mayoritaria de los republicanos y con una representación muy débil de Chile Vamos. Creo que ese día se trabó un camino para no concurrir a acuerdos mínimos, y el PC estructuró formas de actuar y votar que englobaron hasta el PPD, el PS. Por lo tanto, me parece bastante obvio el resultado final.
Pero le asigna más responsabilidad a la izquierda que a la derecha, siendo que esta fue la fuerza mayoritaria en el proceso…
Sí, sin lugar a dudas. El problema de este plebiscito para la derecha es que la derecha ya lo ganó. La izquierda tiene que elegir -según ellos- entre dos proyectos que consideran malos; nosotros, en cambio, tenemos que elegir entre dos proyectos buenos. Entonces desde el punto de vista intelectual y político, el 17 de diciembre la derecha ganó, cualquiera sea el resultado. Pero eso no es lo importante, lo relevante es que gane Chile, por eso conviene que triunfe la opción “A Favor”. El texto incorpora avances sociales, ambientales y políticos muy importantes.
Este proceso ha sido incomparablemente más serio que el anterior, que era un show diario. Fue más monótono, hubo un trabajo más fome desde el punto de vista comunicacional, más sobrio, y todo eso hace más difícil que la ciudadanía se involucre, porque no siente que tenga riesgo si ya ha vivido por más de 30 años con la Constitución del 80 de Pinochet y ha visto el progreso evidente del país. Desde el punto de vista intelectual y político, la derecha ya triunfó, aunque quiero agregar que hay un exitismo en la derecha que yo no comparto, que es fruto del 62%. El próximo año se van a enfrentar elecciones municipales, de gobernadores, y no se va a repetir el 62-38 del plebiscito.
Si es así como dice, ¿cómo se administra esta doble victoria?
Lo importante no es que gane la derecha. Lo importante es que gane el país. Desde el punto de vista político es evidente que la centroderecha ya ganó. Pasó de una derrota monumental del plebiscito inicial, a concluir en una Constitución en que los adversarios están legitimando la Constitución de Pinochet y de Lagos. Este fue el plebiscito que no hizo Lagos en 2005. Por lo tanto, va a quedar legitimada, y eso tiene un valor político enorme. Por otra parte, hay un texto que se somete a votación, donde la derecha democráticamente fue capaz de dejar atrás la del 80. Yo lo encuentro notable. La izquierda apoyando la de Pinochet y la derecha proponiendo reemplazarla por una muy buena Constitución. Cualquiera de las dos que gane, el proceso culmina de buena forma.
¿Y la Constitución vigente es la de Pinochet o la de Lagos?
Es más la Constitución de (Jaime) Guzmán, en realidad Guzmán está en las dos. En ambos escenarios, el que gana por partida doble es Guzmán. Si gana el apruebo está el espíritu libertario de su Constitución, y si gana y se legitima la del 80, es la Constitución donde Jaime imprimió un sello fundamental. Entonces, es una Constitución más de Pinochet que de Lagos, pero mis amigos de izquierda hoy por primera vez dicen que es la de Lagos.
¿Se puede dar vuelta el escenario para el 17 de diciembre?
A mí me encantan los desafíos adversos, creo que es bien convocante jugársela porque gane el ‘A favor’. Encuentro notable ser parte de la primera Constitución democrática en nuestra historia republicana. Desconozco la campaña, los énfasis o la sintonía ciudadana. El plazo es breve y más bien sería un problema de comunicar cómo la Constitución del 23 es más potente para el Chile de los próximos 40 años que la actual. Creo que es así. Desde el punto de vista medioambiental, social y político, se llegó a un muy buen texto, pero eso no es lo que mueve a la gente, porque te puedes ir por cualquiera de las dos opciones sabiendo que ya no hay una inestabilidad tan significativa.
¿El escenario constitucional va a seguir abierto si gana el ‘En contra’?
No tengo duda. El Partido Comunista no va a parar en eso y, lamentablemente, la centroizquierda o la socialdemocracia no hace un contrapeso. Veo complejo el escenario, va a haber un proceso para ese sector de la izquierda no concluido y eso va a generar inestabilidad. Por eso creo que lo mejor para Chile es que gane el ‘A favor’ y cerremos en forma extraordinaria una situación compleja en su origen y muy razonable en el texto. Además, tiene un valor histórico importante un cierre a favor de una Constitución inédita en nuestra vida republicana que se hizo democráticamente.
“Una fusión”
¿Cómo vio a Chile Vamos en el Consejo? ¿Debió haber hecho un mayor esfuerzo por lograr acuerdos?
No tenía ninguna posibilidad. Lo intentaron y se dieron cuenta de que no había intención de llegar a acuerdos. Se dieron cuenta cuando Chile Vamos y republicanos incorporaron iniciativas del mundo de la izquierda y ellos mismos votaron en contra. El PC pautea al gobierno y a todos los consejeros. El objetivo era no llegar a acuerdos y quedó en evidencia. El gran problema es que no hay centro, entonces es muy difícil el diálogo. Desaparecieron la centroizquierda y la socialdemocracia, y el Partido Socialista, que podía ser el más estructurado del mundo de la izquierda democrática, está muy absorbido por el PC y el Frente Amplio.
¿En la centroderecha no está pasando lo mismo? ¿Chile Vamos no está siendo subsumido por los republicanos?
Obviamente. La Concertación desapareció fruto de esta izquierda más extrema que apareció en el FA y el PC, y por no defender un proyecto político, sus gobiernos, que fueron muy exitosos, fueron sustituidos, reemplazados. En la centroderecha puede ocurrir exactamente lo mismo. Si no hay capacidad de Chile Vamos de tener un proyecto propio y de fortalecer las estructuras políticas, pueden ser perfectamente subsumidos en una elección por republicanos.
¿Y republicanos está en la misma tesis del reemplazo del FA?
Me da la impresión que no. Al menos para las elecciones del próximo año, entiendo que están en muy buena disposición para llegar a un acuerdo por omisión. Lo que ocurra el próximo año va a ser decisivo para la presidencial, y si la derecha no es capaz de enfrentar unida las próximas elecciones, puede tener un impacto en la presidencial. Puede poner en riesgo un escenario muy favorable para ganarla.
¿Qué incentivo puede tener republicanos para lograr un acuerdo, si está con viento de cola?
Lo que pasa es que si republicanos cree que la votación que obtuvo es de ellos permanentemente, cometen un error político. El desafío de ellos es cómo esa tremenda votación que obtuvieron en mayo la proyectan a procesos electorales distintos.
¿Ve un riesgo en el proyecto político de la centroderecha ante el crecimiento de republicanos?
No, para nada. Al no existir partidos relevantes en el centro, diría que si la centroderecha o Chile Vamos fuese bien liderado, podríamos tener un centro político más gobernado por la derecha que por la izquierda, por primera vez, en muchas décadas. Ese centro laico que lideraron los radicales o ese centro cristiano que lideró la DC puede ser conducido ahora por un nuevo referente que vaya desde Chile Vamos hasta Amarillos y Demócratas. Si hubiese liderazgo en la centroderecha, debiera discutir seriamente un camino a una gran fusión.
¿Y esta fusión debería incluir a republicanos?
No, yo la haría hasta republicanos. Yo sé que tiene harta publicidad criticarlos, pero creo que los republicanos lo hicieron muy bien en el proceso constitucional. Ellos podrían haber tirado la pelota para afuera, podrían no haber respetado los 12 bordes o haber hecho fracasar el proceso de varias otras formas. Pero nada de eso ocurrió. Incluso, hubo votaciones en las que ellos buscaron un acuerdo más amplio y no hubo respuesta. También hay que entender que con esa votación, republicanos y la centroderecha podrían haber llegado a un acuerdo tan desdibujado que un porcentaje mayoritario de nuestro electorado se podría haber inclinado por el rechazo. Los descolgados hoy son cinco o seis, podrían haber sido cientos o miles.
¿Cómo prefigura que debiera ser esta fusión y qué incentivos hay para que sea así? Amarillos no quiere estar con republicanos.
Sé perfectamente, y lo entiendo, que a Amarillos y los Demócratas se les hace muy difícil estar en una coalición con los republicanos. Creo que desde la UDI, desde Chile Vamos, hasta Amarillos y Demócratas, debieran tener una estructura y una convergencia política, acuerdos políticos que permitan restituir el centro de Chile. No veo sano que tengamos posturas extremas que generan energías para que ambos sectores sean succionados y que impidan legitimar los acuerdos. Mi experiencia es que los países avanzan en el consenso y no en la polarización. Hay que construir un centro más libertario que los anteriores, que eran muy estatistas.
¿Esto debería comenzar con la municipal?
Sí, claro, porque no es complejo, son acuerdos por omisión. La fusión es la última etapa de un proceso. Creo que tiene que comenzarse con acuerdos electorales de omisión que permitan un buen resultado municipal. Y este proceso hay que iniciarlo lo antes posible. (La Tercera)