Papelera

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El escándalo de colusión que afecta a la Papelera remece aún más el convulsionado ambiente político: potencia la propaganda del Gobierno y de la izquierda que empequeñece el aporte de las empresas al desarrollo. Vayan aquí algunas reflexiones.

La colusión entre empresas es un asunto reciente en el país. Décadas atrás no se daban escándalos de esta magnitud, porque el acuerdo entre empresas se materializaba calladamente en la oficina de un alto funcionario público. Y se expresaba en la fijación de precios, en algún tipo de cambio especial, o en otras múltiples formas de acordar un funcionamiento privilegiado frente a los consumidores. El hecho era que las personas no teníamos otra alternativa que comprar malo, caro y escaso. Este sistema pavimentó el camino que nos llevaba como país de la mediocridad para abajo, en forma muy disimulada por los ampulosos discursos y gestos grandilocuentes de los políticos.

También cabe reparar en los altos ejecutivos. No solo de los involucrados en casos de colusión, sino también en los otros problemas que han afectado a empresas en el último tiempo. Ellos indican una incapacidad de mirar lejos y alto. No pasan de ser asalariados muy capacitados y altamente remunerados. Se echa de menos que sean dirigentes, es decir, verdaderos conductores de hombres. No solo para fijar y conquistar objetivos tangibles, sino, principalmente, para conducir a otros por el camino del desarrollo personal. Es muy delicada la función de conducir personas. Ella no deriva de estudiar a este o a aquel filósofo, sino de una formación compleja. ¿Hay conciencia de la enorme necesidad de personas destacadas? La civilización de masas no aprecia a la gente superior.

Ante las diversas irregularidades que hemos conocido en el último tiempo, todo parece resolverse en un apretado círculo de ejecutivos, políticos, empresarios y altos funcionarios públicos. No se ha traslucido que ellas también afectan directamente a los empleados, que no son partes maquinales, sino que participan de la vida y de sus pulsiones fundamentales. Estos desgraciados hechos han dejado al descubierto que las tecnologías organizacionales se sobreponen al cultivo de los lazos humanos. Aquí hay una oportunidad.

El caso de la Papelera nos remite a los beneficios de un mercado libre que permite superarnos; a las falencias de nuestra sociedad por la ausencia de altos dirigentes; y a que bajo las cabezas visibles se encuentra una inmensidad de personas que vibran con el calor humano.

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