El académico Carlos Peña respondió a una carta del Obispo Contreras respecto de los límites de la libertad de expresión y del respeto por las creencias ajenas señalando que «Si la fe religiosa fuera un límite a la libertad de expresión, bastaría que cada uno declarara la suya -las verdades finales que lo identifican- para que todos los demás debieran evitar el sarcasmo y la burla. La sociedad sería así un bosque de creencias identitarias, todas protegidas, en las que emitir una opinión sería equivalente a andar de puntillas para no exponerse»
La carta enviada a El Mercurio señala que: «El obispo Contreras -aunque mezquino en claridad- insiste en que la libertad de expresión humorística o sarcástica tiene a la fe como uno de sus límites. Está en un error. Si la fe religiosa fuera un límite a la libertad de expresión, bastaría que cada uno declarara la suya -las verdades finales que lo identifican- para que todos los demás debieran evitar el sarcasmo y la burla. La sociedad sería así un bosque de creencias identitarias, todas protegidas, en las que emitir una opinión sería equivalente a andar de puntillas para no exponerse, como pronosticó el Papa Francisco, a un puñetazo. Nada de eso es sensato. Las creencias identitarias no pueden ser un límite al discurso humorístico o sarcástico. La libertad religiosa es el derecho a profesar cualquier rito y credo, pero no confiere una coraza contra el discurso de los demás. El derecho a la crítica -incluso, la crítica a las demasiado sencillas opiniones del Papa- es parte de las libertades públicas». (El Mercurio)