Desde la década de los noventa, Chile se ha convertido en un país atractivo para los extranjeros.
El crecimiento y la estabilidad político-económica del país se han transformado en razones de peso para que un gran número de personas provenientes, principalmente, de Sudamérica piensen en Chile como un destino atrayente para mejorar su calidad de vida.
Según datos del Departamento de Extranjería del Ministerio del Interior, en 2014 se registraron 410.988 residentes con visa de permanencia definitiva en el país, lo que se traduce en un aumento del 110,4% en este tipo de trámites en relación a 2002.
Debido a que la mayoría de los inmigrantes son jóvenes calificados que llegan por motivos de empleo, hay algunos que ven el arribo de los extranjeros como una amenaza a su fuente de trabajo.
Por ese motivo, el principal temor es que se instale en el país un sentimiento de rechazo contra los inmigrantes, sobre todo, en períodos de desaceleración económica, como el actual.
Este fue el principal tema que se analizó ayer en el seminario «Los nuevos chilenos», organizado por la Asociación Nacional de Avisadores (Anda).
En él participaron el ex canciller Hernán Felipe Errázuriz; el ex ministro del Interior Francisco Vidal; el académico de la Universidad de Chile y experto en temas migratorios Lorenzo Agar, y el presidente de la Sofofa, Hermann von Mühlenbrock. El panel fue moderado por Juan Jaime Díaz, subdirector de «El Mercurio».
En el encuentro, los participantes concluyeron que la inmigración es positiva para potenciar la productividad del país e, incluso, necesaria en el futuro. Ello se debe a que el descenso de la tasa de natalidad abre una puerta para que los llamados «nuevos chilenos» participen en la fuerza laboral del país de manera más determinante.
Asimismo, los panelistas afirmaron que la actual legislación que regula los temas migratorios es añosa —ya que data de 1976—, pero ha permitido suficiente flexibilidad para el otorgamiento de visas. (El Mercurio-Emol)