¿Por qué el oficialismo aún no tiene un nombre para La Moneda?

¿Por qué el oficialismo aún no tiene un nombre para La Moneda?

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A estas alturas del campeonato –usando el modo Copa América en que entraremos esta semana– siempre, desde el retorno a la democracia, la coalición de Gobierno ya tenía perfilado quién podría ser su sucesor, que recibiría “la posta” y daría continuidad a la obra en desarrollo. Y, claro, aprovechando la ventaja de estar en el poder para mostrar a sus rostros, acompañar al futuro o la futura candidata del sector en fotos, inauguraciones y cuanto evento oficial que dejara en evidencia el apoyo.

Hasta ahora, siempre, al iniciar el tercer año del Presidente(a) en ejercicio, se comenzaba a dejar en evidencia al “tapado” o, bien, los partidos de la coalición gobernante empezaban a lanzar a sus precandidatos. Era un acuerdo implícito con el Mandatario “saliente”. En cierta forma, el oficialismo tomaba ventaja, marcando la cancha, el territorio en que se desarrollaría la competencia. Por supuesto, la oposición también dejaba entrever a sus candidatos. Sin embargo, era el local, La Moneda, el que daba el puntapié inicial. El “tapado” del oficialismo, en casi un 100% de los casos, era un ministro en ejercicio o en expresidente (Frei, Bachelet y Piñera).

Es decir, desde el comienzo del año tres, ya sabíamos que Frei sucedería a Aylwin, que Lagos vendría después de Frei, Bachelet a continuación de Lagos. Por supuesto, no siempre resultaba la jugada, como en el caso de Frei II. Pero la señal era la misma.

La oposición, por su parte, aprovechaba el impulso y sacaba a sus jugadores a la cancha. Claro que, en los años de gloria de la Concertación, la derecha tenía poco que mostrar. Sabían que jugarían de visita ante un estadio lleno y con un equipo poderoso. La verdad es que la Concertación era algo similar a la generación dorada. Invencible, sólida y contaba con el respaldo mayoritario de la hinchada. Si hubiera existido la reelección, Aylwin, Lagos y Bachelet podrían haber gobernado por muchos años. Eran como Sánchez, Bravo y el Rey Arturo.

Y aunque la derecha tenía un equipo débil y temeroso, igual empezaba a posicionar a sus jugadores, al menos para que la derrota no fuera tan amplia. Hernán Büchi y Arturo Alessandri Besa compitieron por el honor. También lograron perfilar y foguear en estas lides a Evelyn, que hoy es una de las cartas más competitivas para el 2025. Lavín, en cambio, ya figuraba fuerte en las encuestas al inicio del tercer año de Frei, y luego estaría cerca de quitarle el triunfo a Lagos.

En junio de 2004 –a estas mismas alturas–, Piñera estaba en competencia para enfrentar a Bachelet y ella, a su vez, lideraba las encuestas como la sucesora de Lagos. En 2008, Frei ya aparecía como la carta del oficialismo para contrarrestar a un Sebastián Piñera que en 2009 lograría el triunfo.

En junio de 2020, el oficialismo empezaba a perfilar a Sebastián Sichel y a Joaquín Lavín. José Antonio Kast se proyectaba como la carta de una derecha más a la derecha y en la oposición casi se daba por sentado que Daniel Jadue sería el candidato de la izquierda. Es más, todas las encuestas de ese momento mostraban una contienda reñida entre Lavín y Jadue. Al final, ninguno de los dos terminó en la papeleta de la segunda vuelta del año siguiente.

Hoy, la oposición corre con una gran ventaja en la batalla por el posicionamiento de las figuras presidenciales para el próximo año. Evelyn Matthei se autodefine como candidata presidencial y encabeza todos los sondeos de opinión pública. José Antonio Kast está, nuevamente, en campaña desde marzo, luego de desaparecer de la escena pública junto con la derrota de Republicanos en el plebiscito de diciembre de 2023. Johannes Kaiser, el representante de la derecha de la derecha de la derecha, no solo anunció que será candidato a La Moneda, sino que también está formando su propio partido “libertario”, a lo Milei.

Y pese a la ventaja tomada por la derecha, el oficialismo pareciera no tener interés ni apuro por empezar a posicionar la imagen de un personaje competitivo para 2025. Como hemos comentado, esta es una práctica –implícita– que se ha expresado desde el retorno a la democracia y que cuenta con la complicidad de quien está en La Moneda, considerando que este país no tiene reelección.

En el oficialismo hay tres cartas que podrían dar la pelea en 2025 y las tres son mujeres, lo que podría ser una oportunidad si Evelyn es la que llega por la derecha a segunda vuelta. Tanto Michelle Bachelet, Carolina Tohá y Camila Vallejo marchan como escoltas de la dupla Matthei/Kast en las encuestas, aunque a cierta distancia. Lo lógico, lo inteligente, sería comenzar a privilegiar a una de esas tres figuras para acortar distancia y proyectar que la elección del próximo año esté abierta. Hoy existe la percepción pública de que el próximo Gobierno será sí o sí de derecha. La duda es si será la más tradicional o las más extremas.

El posicionamiento, la consolidación y proyección de atributos de un líder político no es algo que se logre en corto tiempo. Requiere maduración, desarrollo. Al menos en Chile, hasta ahora, ha sido siempre así. Claro, nunca se puede descartar que surja un personaje disruptivo del estilo de Javier Milei en Argentina –en pocos meses se posicionó como candidato–, pero es poco probable. Si el oficialismo –incluye a los partidos, porque esto no es una decisión solo de La Moneda– no juega pronto esta carta que significa, primero, declarar que quiere y puede ganar –algo que hoy se ve muy difícil– y luego privilegiar a una figura, puede que después sea tarde.

A modo de ejemplo, si el oficialismo definiera que su jugadora más competitiva y transversal es Carolina Tohá, implicaría que es el momento de mover de Interior a la ministra, tal vez a un lugar menos riesgoso, pero vistoso y cercano a la necesidad de las personas, como el Ministerio de Desarrollo Social, tal como antes lo hicieron los antecesores de Boric con Lavín, Allamand, Sichel, Matthei o la propia Bachelet.

Siguiendo con el modo Copa América, por ahora, la derecha sigue ganándole el partido de la próxima elección presidencial al oficialismo por un amplio marcador. Y La Moneda ni siquiera ha citado para el partido –ni para la banca– a quienes pueden dar la pelea. (El Mostrador)

Germán Silva Cuadra