El próximo 18 de octubre se cumplen cinco años del estallido social en Chile y que para el Metro de Santiago significó la destrucción de parte importante de su infraestructura. En concreto, fueron siete estaciones completamente incendiadas, 18 parcialmente quemadas, 93 con múltiples daños y apenas 18 sin destrozos.
Felipe Bravo, gerente general de la empresa, se refirió a las interrogantes que aún persisten en torno a la quema de varias estaciones del tren subterráneo durante los primeros días y la tensión al interior de Metro en los días previos, con manifestaciones de estudiantes secundarios paralizando su funcionamiento.
Bravo destacó que la investigación sobre los responsables directos de los ataques sigue en manos de la Fiscalía. «Nosotros hemos hecho todo, todo, todo lo que está a nuestro alcance para lograr desentrañar esa pregunta. Nosotros pusimos más de 90 querellas, hay 101 imputados a propósito de esas querellas y 53 personas condenadas. Tenemos condenas por distintos tipos, por daño, por hurto, por receptación, por incendio, incluso por ley de seguridad del Estado«, señaló a Tele13 Radio.
En cuanto a si los hechos fueron coordinados o producto de acciones individuales, el gerente general explicó que «hasta ahora lo que han ido arrojando las distintas sentencias es que son situaciones más bien particulares y sin mayores conexiones. Hasta donde hemos podido nosotros enterarnos, eso es a lo que se ha llegado. Desconocemos si es que hay algo más allá de eso».
Por su parte, Bravo relató que después del 18 de octubre, «organizamos focus group y nos juntamos con las comunidades, con muchas comunidades que habían estado presentes mientras se quemaban las estaciones». En esa línea, comentó que tuvieron «gestos muy bonitos, como lo que ocurrió en San Pablo, que en San Pablo se quema el día sábado y el día domingo, de forma espontánea, la gente, los vecinos fueron a limpiar. Eso, de verdad, a nosotros nos llenó de energía, de sentir que había esperanza, había intención».
«De verdad, yo creo que lo que ocurrió en San Pablo fue probablemente un momento bisagra que nos llenó de espíritu y de fuerza para la reconstrucción», añadió.
A raíz de lo anterior, consideró que la reconstrucción «fue una tarea gigantesca, pero nosotros fuimos a conversar, hablamos con nuestros propios trabajadores, hablamos con las comunidades, le preguntamos a líderes de opinión, le preguntamos a académicos, tratamos de entender qué es lo que no habíamos hecho bien para que esto ocurriera«.
«Y creo que, visto ya con distancia, probablemente hay un aspecto que tuvimos que reforzar mucho y que tiene que ver con el vínculo comunitario, con que Metro es mucho más que una empresa de transporte«, agregó.
IMPACTO PERSONAL Y COLECTIVO
Según Bravo, el impacto del estallido social en los trabajadores de Metro fue devastador, tanto a nivel emocional como operativo. En ese sentido, recordó lo difícil que fue ese periodo para quienes trabajaban en la empresa.
«Yo diría que es de los momentos más duros que a uno le pueden tocar vivir. Metro, además, es probablemente uno de los lugares, una de las empresas, una política pública que de verdad logra equiparar un poco la cancha, dar equidad, acercar oportunidades a las personas», señaló.
El directivo hizo hincapié en la angustia que se vivió en esos días, especialmente porque muchos de los empleados sintieron que sus vidas estaban en riesgo. «Tuvimos que ir a rescatarlos derechamente», recordó.
PRELUDIO DE TENSIÓN
Retrocediendo al 14 de octubre de 2019, Bravo describió la tensa semana que precedió a la asonada. En esos días, las primeras evasiones masivas comenzaron a visibilizarse, especialmente protagonizadas por estudiantes secundarios.
«Esa fue una semana durísima… se anunció el alza de la tarifa, que no tiene que ver con Metro, Metro no la define», aclaró, subrayando que, a pesar de no tener control sobre esa decisión, les tocó gestionar las consecuencias. El aumento de la tarifa del transporte público fue de $30, lo que generó un creciente descontento.
Sin embargo, Bravo aseguró que no hubo señales claras que les hicieran prever la magnitud de la violencia que sobrevendría. «Sabíamos que el alza de tarifa obviamente genera descontento y podía generar algún tipo de manifestaciones, pero siempre en el ámbito de este tipo de expresiones», comentó.
ESCALADA DE VIOLENCIA
Bravo relató que a medida que avanzó la semana, la situación se deterioró rápidamente. Según comentó el gerente general, el primer indicio de violencia grave ocurrió el jueves 17 de octubre, en la estación San Joaquín, donde se vivieron los primeros episodios de destrucción.
«Fue la primera expresión ya un poco más violenta», recordó, subrayando que hasta entonces las protestas habían sido mayormente pacíficas. Al día siguiente, el viernes 18 de octubre, el equipo directivo de Metro decidió desplegar a sus ejecutivos en toda la red para apoyar a los equipos en terreno y agilizar la toma de decisiones frente a los incidentes.
«Cuestión que fue pasando durante el día», relató Bravo, describiendo cómo la situación se fue agravando hasta culminar en los incendios y destrozos masivos que afectaron a una parte significativa de la infraestructura del Metro. (Emol)