Reducir desigualdad canalizando fuerzas del mercado-Herman Bennett C.

Reducir desigualdad canalizando fuerzas del mercado-Herman Bennett C.

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La reciente votación de segunda vuelta reforzó la demanda de nuestra sociedad por una menor desigualdad. Aumentar gasto público e impuestos -y a qué velocidad hacerlo-, ha estado al centro de la discusión sobre cuáles herramientas de política pública usar para ello. Menos se ha discutido sobre otra herramienta: reformar normas como tarifas de mercados regulados e IVA, para crear precios de mercado diferenciados por ingreso o variables afines.

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Los términos «precios de mercado» y «menor desigualdad» pueden sonar inconexos, dependiendo de la definición que tenga cada uno. Para evitar el pantano de las definiciones, pensemos en «menos desigualdad con precios de mercado diferenciados» como ajustes a reglas de precios que ayuden a emparejar la cancha, sin desmantelar la esencia de las fuerzas de oferta y demanda que hoy los determinan. En otras palabras, pensar en cómo canalizar fuerzas de mercado para reducir desigualdad en vez de remar en contra de ellas (como congelar precios o fijarlos a niveles del gusto de la autoridad). Estas son algunas reformas que podrían pensarse.

Primero, un Tag diferenciado. En términos simples, el precio del Tag se licita diferenciando según horario y tipo de vehículo. ¿Podremos diferenciar también por el avalúo del auto, cobrando más a los de mayor avalúo y viceversa, manteniendo el Tag promedio resultante? Se podría considerar un mecanismo periódico de ajuste ante cambios en la distribución de los autos que usan la carretera, así como destinar parte del Tag recaudado a bajar tarifas reguladas de micro/metro (más usado por hogares de menores ingresos).

Segundo, un precio del agua potable diferenciado. Este precio se regula con un algoritmo que considera la demanda y la rentabilidad esperada de mercado para el riesgo de la inversión correspondiente. ¿Podremos agregar al algoritmo la distribución de los avalúos en la zona concesionada, cobrando más a viviendas de mayor avalúo y viceversa, manteniendo la rentabilidad esperada resultante?

Tercero, un IVA diferenciado, devolviendo a final de mes parte del IVA pagado por quienes tienen menos y usando reglas para evitar mal uso. Este IVA diferenciado podría bajar la venta sin boleta, facilitar subir el IVA (en general preferible a otros impuestos) y generar menos efectos no deseados que un IVA diferenciado por tipo de producto.

Por último, un porcentaje de contribuciones diferenciado de acuerdo al número de inmuebles de la persona, su valor total e ingreso. Se ha avanzado en esta línea.

Cabe notar que la tecnología actual hace factibles estas reformas, que sus beneficios pueden ser tanto económicos como simbólicos y que varias operan con algoritmos automáticos más que pasos discrecionales (menos riesgo de desvío de recursos). Además, estas reformas podrían ayudar a emparejar la cancha sin incrementar per se el déficit fiscal ni la carga tributaria total.

Su implementación no estaría exenta de desafíos y sería útil pensar en normas simples que minimicen lo más posible incentivos a la informalidad y la elusión (como ilustración, es más difícil eludir contribuciones que un impuesto sobre piezas de arte). Pero el potencial beneficio de alinear fuerzas de mercado con menor desigualdad amerita explorar con más profundidad los pros y contras de las posibles alternativas. No serían balas de plata, por cierto, pero podrían ayudar en el desafiante objetivo que significa tener una economía con un motor bueno y adecuadamente aceitado con menor desigualdad. (DF)

Herman Bennett C.

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