De seguro, en el Partido Republicano tuvieron sentimientos encontrados la tarde del viernes, cuando, en un golpe audaz, Giorgio Jackson presentó su renuncia. Por un lado, se les cayó la estrategia que consistía en seguir condicionando avanzar en cualquier tema propuesto por La Moneda debido a la presencia del ahora exministro, pero, por otro, tienen que haber sentido un gran alivio al bajar la acusación constitucional. Desde que anunciaron el recurso, sus parlamentarios se vieron titubeando, nerviosos y algo confundidos para explicar los argumentos de la quinta acusación contra un ministro en lo que va del Gobierno de Boric –a estas mismas alturas, el hoy oficialismo solo había acusado a un ministro de Piñera–, además de batir un récord –y sentar un precedente– al presentar una segunda AC contra un ministro en poco más de medio año.
Tan malos eran los argumentos de los parlamentarios del partido de Kast, que incluso uno de ellos llegó a decir que acusaban a Jackson “por los niños de Chile”. En los numerosos puntos de prensa que desplegaron, no fueron capaces de explicar por qué usaban de argumento el caso Convenios, escándalo concentrado en Vivienda y los Gobiernos Regionales. De hecho, en el Ministerio de Desarrollo Social solo hay dos proyectos bajo lupa, de los propios organismos de control interno de esa repartición. Claro, al menos en esta ocasión, los republicanos –aparentemente– no incluirían las graves acusaciones con que unas semanas antes sindicaron a Jackson como el líder de una banda de maleantes contratados para autorrobar computadores en el ministerio que dirigía, pese a que la información estaba en los equipos del Ministerio de Vivienda.
La falta de argumentos de los republicanos ya se había evidenciado en la AC anterior. Partieron cuestionando un texto de educación sexual… que después descubrieron que se estaba usando desde hacía más de 10 años. También se les cayó el argumento de que se estaban haciendo exámenes de salud en colegios municipales, que incluían preguntas para detectar eventuales abusos sexuales. Y lo mismo se estaba implementando desde los gobiernos de Bachelet y Piñera. Hasta que a Kaiser –el republicano que renuncio a Republicanos, pero se sienta en esa bancada y actúa de vocero de su expartido– se le ocurrió argumentar que Jackson había “descuidado” el programa Vivir Sano. Por supuesto, la AC fue rechazada, al igual que todas las que ha presentado la oposición.
Y si bien Chile Vamos esta vez había optado por no sumarse como patrocinador del libelo acusatorio, ya habían anunciado –sin conocer las razones usadas por los republicanos, ni menos leer el texto– que la apoyarían. Esta situación grafica de manera perfecta cómo se han dado las relaciones y se ejerce el liderazgo en la derecha chilena.
El partido de extrema derecha, después del rotundo triunfo obtenido el 7M, ha pasado a tomar la batuta en ese sector, sin contrapeso. Es un hecho que los partidos de Chile Vamos –especialmente la UDI y RN– perdieron mucho peso con la elección de los consejeros. Tanto se ha notado esto que, de ahí en adelante, tanto la UDI como RN han pasado a desplegar un relato más duro y cada vez más parecido a Republicanos. El primer síntoma fue cuando esos partidos comenzaron a rescatar de las tinieblas la imagen de Pinochet y a reivindicar el golpe de Estado. Ambas situaciones ya habían sido superadas por la centroderecha hace un par de décadas, haciendo un mea culpa muy potente. Incluso, le dieron vuelta la espalda a la familia Pinochet después que supieran los depósitos en el Riggs, lo que pesó más que las violaciones a los DD.HH. para algunos.
La nota diferente la ha puesto Evópoli, un partido infinitamente más liberal que sus pares. Alejados de las posturas extremas, gracias a la buena conducción de Gloria Hutt, no han estado dispuestos a bailar siempre con la música impuesta por Republicanos. De hecho, Chile Vamos estuvo a punto de quebrarse hace un par de semanas, cuando sus parlamentarios optaron por no apoyar la AC contra el ministro Ávila.
Pero la imposición del baile que hace Republicanos a RN y la UDI no solo se limita al Congreso. En el Consejo Constitucional, de 1069 enmiendas presentadas, 370 fueron elaboradas por el partido de extrema derecha. Y no solo les dictaron a sus “socios” el relato en materia política, también los han sumado –en el discurso hasta ahora– a importantes a retrocesos en materia ética, social y moral. Aborto, no reconocimiento de los PPOO, libertad para los condenados sobre 75 años –hecho a la medida para los presos de Punta Peuco–, entre otras enmiendas, han logrado apoyo en algunos UDI y RN. ¿La razón? Simple. El triunfo electoral de los republicanos y el hecho de que la figura de JAK se perfile como el candidato favorito del sector, empujó a la centroderecha hacia la derecha extrema.
Y pese a que los republicanos siguen poniendo –imponiendo, la verdad– la música en la derecha y Chile Vamos continúa bailando a su ritmo, la semana pasada se observó la primera gran señal de rebelión en el conglomerado de centroderecha. Evelyn Matthei declaró que, si las encuestas le mostraban apoyo, ella estaba dispuesta a asumir una candidatura presidencial. En términos políticos, se puede interpretar como el lanzamiento oficial de la candidatura de la alcaldesa. Una estrategia que busca dar caza a JAK, igual que el PP hizo con VOX en España.
Pero la principal señal será la que entregue la derecha a partir de ahora. Habiendo eliminado a su presa favorita, Giorgio Jackson, se quedaron sin excusas para retomar el diálogo y avanzar en proyectos importantes para la ciudadanía, como las pensiones o los beneficios que traería el pacto fiscal. Veremos si se cumple ese legado que nos dejó Javier Azkargorta, “muerto el perro se acaba la rabia”, o bien, comprobamos que no era más que un simple relato liderado por Republicanos, y secundado por Chile Vamos, para agudizar la crisis del Gobierno. (El Mostrador)
Germán Silva Cuadra