Axel Kaiser asimila a “comunistas, fascistas y decés” en una línea de argumentación que solo cabe calificar de delirante (delirio: “dicho o hecho disparatado, insensato o carente de sentido común”, según el diccionario).
No bastándole con criticar el “servilismo izquierdista” de Lavín y el “peronismo criollo” de Desbordes, Kaiser arremete contra la DC, afirmando que su antiindividualismo y anticapitalismo la acerca “a la cosmovisión socioeconómica comunista y fascista”. De paso recuerda los escritos de Víctor Farías sobre la (supuesta) descomposición de la DC a partir de “la inspiración fascista y populista cristiana que la animaba desde la creación de la Falange”. Hasta ahí llega su desvarío (“acciones, palabras o pensamientos incoherentes y sin sentido”, según el diccionario).
En lo que sí acierta Kaiser es en asimilar nazismo, fascismo y comunismo a la experiencia totalitaria. Esa ha sido la línea invariable de la DC a través de su historia, sin ambigüedades ni doble estándar. De allí no fluye que la DC sea anticomunista. Él mismo cita a Frei Montalva en los años 40 en el sentido de que “hay algo peor que el comunismo… el anticomunismo”. La trágica experiencia de Chile en nuestra historia más reciente sobre las consecuencias de un anticomunismo militante confirma lo acertada y hasta profética de la definición de Frei Montalva.
Axel Kaiser, a través de sus escritos, nunca ha entendido que hay un liberalismo anterior (y superior) al de la Sociedad Mont Pelerin, anterior a Von Hayek y Friedman. El neoliberalismo de Kaiser y los Chicago Boys, con su carácter ramplón y su reduccionismo economicista, choca con el liberalismo clásico entendido como una formulación moral, filosófica, social, política y económica. John Locke, Adam Smith, John Stuart Mill y Alexis de Tocqueville, entre otros representantes del liberalismo clásico, deben estar revolcándose en su tumba al constatar los excesos y el despropósito al que ha llegado este neoliberalismo realmente existente que, en el caso de Chile, llevó a la experiencia del capitalismo autoritario (mercado más tortura). (El Mercurio Cartas)
Ignacio Walker
Sin embargo (y aunque no lo hace explícitamente), es equivocado identificar al liberalismo con la derecha (ni Smith ni Hume eran precisamente del establishment) y al fascismo y al nazismo con la izquierda. Mientras el marxismo es internacional (¡trabajadores del mundo, uníos!, gritaban Marx y Engels), el fascismo es esencialmente nacional. Glorifica las tradiciones y el supuesto carácter único del pueblo en cuestión (como el “Herrenvolk” alemán).
En Alemania, a los grupos neonazis se los llama “Rechtsradikalen” (radicales de derecha). El Front National francés es también un grupo de extrema derecha, y así suma y sigue en toda Europa. En Chile tuvimos senadores designados, elecciones colectivistas de alcaldes, etcétera, propugnados por una derecha bipolarmente liberal y autoritaria.
Además, hay una muy buena razón para identificar al fascismo con la izquierda; libera las propias culpas y permite hacer como que la derecha es impoluta y exenta de totalitarismos; nada más lejano a la verdad. Derecha e izquierda son igualmente susceptibles de caer en ellos. (El Mercurio Cartas)
Marcelo Muñoz Perdiguero
Abogado



