Savater, lectura para el nuevo gobierno

Savater, lectura para el nuevo gobierno

Compartir

El acertado nombramiento de Mario Marcel como ministro de Hacienda parece haber mitigado los temores ante una deriva populista del futuro gobierno, por lo menos por ahora. ¿Es solo una decisión táctica o nace de una verdadera convicción? Eso solo lo sabremos cuando se redacte la nueva Constitución. Allí se descorrerán todos los velos, y como San Pablo afirma en la primera Carta a los Corintios: “ahora vemos de una manera indirecta, como en un espejo, y borrosamente, pero un día veremos cara a cara”.

En lo económico, Marcel será —no sabemos por cuánto— un dique de contención a cualquier delirio. Pero donde no veo la misma solidez y competencia técnica y política es en el tema orden y seguridad pública. Ese es el talón de Aquiles de la joven coalición de gobierno, que no demostró suficiente convicción democrática cuando la violencia política estalló e hizo arder el país. Algunas declaraciones de la nueva ministra del interior me han parecido débiles o ambiguas en este tema. Fernando Savater, filósofo español, nos ha mostrado lo peligrosa que es esa ambigüedad en lo político y en el terreno de las ideas. Savater, con mucho coraje, fue muy crítico con aquellos que en España abdicaron moral y políticamente ante la ETA. Una cosa es conversar y escuchar —escuchar de verdad— al pueblo mapuche, otra cosa es mostrarse ingenuo o débil ante el terrorismo. Es muy fácil cruzar esa peligrosa línea, si no hay convicciones claras y tonelaje político en los que lideran esos complejos procesos.

En una conferencia titulada “Post-terrorismo y post-verdad”, Savater afirma que “el terrorismo no es pura psicopatía, sino una forma de domesticación social”. Savater ha dicho que no se podía hablar de los etarras encarcelados como “presos políticos” ya que se trata de asesinos, y que no que hay que olvidar que la principal víctima del terrorismo es la democracia. ¿No hemos escuchado aquí la expresión “presos políticos” para vestir delincuencia o violencia política? Esa confusión conceptual es muy peligrosa. Lo que más indigna moralmente a Savater son los “buenistas” que buscan entender a los que ejercen violencia política: “Un terrorista me da miedo, un justificador de terroristas me da asco”, afirma Savater. El terrorista es muy básico: coloca bombas, quema iglesias y escuelas, ejecuta a personas que lo enfrentan; los justificadores son los que intentan embellecer, darles razones a esas barbaries. “Esos son los peores”, dice Savater.

La ETA encontró fundamento en discursos nacionalistas; en estos lares, nuestros terroristas locales lo han encontrado en discursos identitarios, étnicos, etc. Una cosa es acoger las justas demandas y necesidades del pueblo mapuche para que el Estado de verdad les de una respuesta (en eso nuestro Estado ha fracasado), otra es usar esa justa causa para vestir la barbarie, la violencia, el crimen. “Nuestro problema no es el terrorismo, sino el nacionalismo”, ha dicho Savater. Y luego afirma: “el establecimiento de un Estado sobre principios étnicos y legitimado por leyendas ahistóricas son incompatibles con la democracia moderna, sabotean la convivencia política vigente, amenazan los derechos individuales de los ciudadanos”.

Hay discursos que en Chile parecen cruzar a veces esa línea. Y esta última reflexión de Savater es pertinente para lo que ocurre en La Araucanía hoy: “muchos de los que suben treinta o cuarenta primeros peldaños de tal escalera de enfrentamiento social, injustificado e injustificable, desaprueban lo último, el tiro en la nuca o el coche bomba, pero ese último repudio no les convierte en inocentes ni anula su responsabilidad indirecta en las peores atrocidades que padecemos”. Esos primeros peldaños son los que no hay que subir de ninguna manera, sobre todo si se es autoridad de gobierno. Por eso, Savater, lectura de verano obligatoria para futura ministra y subsecretario del Interior. (El Mercurio)

Cristián Warnken

Dejar una respuesta