En medio del debate sobre la despenalización del autocultivo de marihuana y la aprobación del uso terapéutico que se discute en el Congreso, el ingeniero comercial de la U. Católica y doctor en Economía del MIT, Klaus Schmidt-Hebbel, entrega su visión sobre la política de drogas que debiera seguir Chile. “La guerra contra el narcotráfico se perdió”, asegura, porque lo que el país debería evaluar legalizar, por ejemplo, la cannabis para rebajar los delitos asociados ese delito. De paso, estima que el Estado podría gravar su comercialización con impuestos.
¿Por qué ha realizado investigaciones en políticas públicas sobre drogas?
Fui víctima de uno de los peores crímenes: el homicidio de mi hijo Diego, que fue asesinado por María del Pilar Pérez hace siete años. Esto implicó que renunciara a mi trabajo de economista jefe de la OCDE para hacerme partícipe del juicio por el asesinato. Y luego me involucré en temas de delincuencia en todas sus dimensiones, incluyendo drogas.
Usted plantea que ‘se perdió la guerra’ contra las drogas en Chile y el mundo.
No importa si está (Michelle) Bachelet o (Sebastián) Piñera: esta guerra, por definición, no se puede ganar. Y no se puede porque son muy grandes los recursos involucrados en el narcotráfico, ya que siempre van a haber precios altísimos en los mercados que van a ser pagados en barrios acomodados o en nuestras poblaciones. Por eso se propone la legalización desde las drogas más blandas a las más duras, pero por etapas. Nos hemos damos cuenta que la ilegalidad es el campo más fértil para que aparezca el narcotráfico. No sólo se cometen delitos al traficar, sino que la ejecución de esas acciones deriva en otros ilícitos. Si las drogas fueran legales, no existiría este efecto y la delincuencia descendería.
La idea es que progresivamente bajen los ilícitos asociados.
Si se legalizaran algunas drogas, a las bandas se les acaba el negocio, porque no es ilegal producir, ni vender ni consumir. Al no existir esa base económica, tampoco delinquen por otros motivos y deben emplearse en otras cosas. El negocio principal del narcotráfico violento se acabaría y eso lleva a que no atraigan a nuevos jóvenes a la actividad.
Usted propone un sistema de impuestos a las drogas en Chile.
Es lo mismo que en el alcohol: por ejemplo, por cada “pito” de marihuana se cobran $ 600. Pagas $ 400 y $ 200 se van al productor. No deben ser impuestos altísimos, pues eso favorece el contrabando y el mercado negro, como ocurre con el tabaco. Estimamos que la recaudación sería en torno al 0,2% del PIB (US$ 250 mil millones en el PIB nacional). Serían unos US$ 500 millones que podríamos poner en Senda (Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol) u otras entidad para prevenir y educación.
¿Qué piensa de despenalizar el consumo de la marihuana?
No conozco los detalles. Quienes son los llamados a ver eso son los médicos. Yo no. Planteo una estrategia para llegar a un acuerdo internacional, como sucede en Colombia, Guatemala y México, que están promoviendo una revisión de la política de drogas y legalizar algunas. ¿Cuáles? No lo sé en detalle, eso lo deben ver los médicos. Las sustancias más dañinas no se pueden legalizar: no podemos hacerlo con el crack ni la pasta base. No sé la cocaína, pero el LSD sí se puede legalizar y la marihuana también. Esto, porque hay un puntaje promedio de daño que no es tan alto en esos dos casos.
¿Qué pasa con el acceso que tendrían los menores de edad?
La despenalización de sustancias como marihuana tiene que ir de la mano de planes de prevención, educación y represión de consumo de los adolescentes. Recordemos que Chile es récord mundial en consumo de cocaína y sus derivados en la población joven.
Hoy es complejo fiscalizar el abuso en jóvenes, ¿cómo se haría con nuevos estupefacientes?
No hay cojones en este país y ahí son iguales los gobiernos de derecha o de izquierda: no hay voluntad política para controlar el acceso de los jóvenes a drogas legales o ilegales. Tenemos que ser impopulares y poner Carabineros en las botillerías. Pedir el carnet y que demuestren más de 18 años. Creo que se parte por ahí.