En su columna del 10 de noviembre, “El opio de los intelectuales”, fue muy crítico de estos, sosteniendo que se está “retrocediendo a un punto cero donde todo podría escribirse”, que significaría, mencionando a Kant, abandonar al “principio de la realidad”. Agregaba:
“Solo falta que ahora alguno esgrima la opinión del administrador apostólico de Santiago, la última declaración del CRUCh, o el punto de vista de Mario Desbordes, como una justificación para el fervor de la hora. Era lo único que faltaba”.
Los chilenos reconocen las gestiones del diputado Desbordes, indispensables para que tengamos un viernes tranquilo y con sol, luego del acuerdo de los dirigentes de los partidos democráticos. Estos no se guiaron por el concepto de Estado del rector Peña, en torno al “orden” y “el monopolio de la fuerza”, sino por el de la paz y la concordia. Este pertenece a una vieja tradición de nuestra civilización occidental, anterior a los autores liberales que ha leído el rector Peña. ¡No hay una hoja en blanco!
Se ha cerrado un ciclo de nuestra nueva democracia, la división entre los del Sí y los del No. Se abre otro, que llevará a una Constitución de consenso, en torno a otros clivajes de la competencia política e interpartidista y coaliciones de partidos. Solo así se podrá construir una democracia soberana y una economía social y ecológica de mercado.
Expreso mi reconocimiento al diputado Desbordes por su patriotismo constitucional, que ha hecho posible este cambio político. No valorarlo es abandonar “el principio de realidad”.
Carlos Huneeus
Profesor titular
Facultad de Derecho Universidad de Chile