En menos de una semana se llevará a cabo la segunda cuenta pública del Presidente Gabriel Boric. La primera, estuvo marcada por las expectativas de los chilenos y las promesas de enfrentar los problemas de seguridad. No es posible decir lo mismo de esta nueva ocasión para mostrar al país lo que se ha hecho, y menos en esa materia.
Muchos fueron los anuncios del año pasado, se prometieron recursos, estrategias contra el crimen organizado y nuevos proyectos de ley. Sin embargo, nada de eso sirvió para frenar el avance del crimen que amenaza a Chile.
Loa homicidios aumentaron un 34%, se calculó que el 42% correspondía a asesinatos por encargo, los delitos de mayor connotación social aumentaron en todas sus categorías y el temor se situó en su nivel más alto. A lo anterior, se sumaron tres mártires de Carabineros y una seguidilla de ataques en la Macrozona Sur.
Este año será distinto. El discurso presidencial se dará en un escenario donde se ha perdido la confianza en el actuar del Estado, donde muchos creen que el Presidente no ha cumplido, donde los resultados no han estado a la altura de las circunstancias y en un contexto donde ni el fast track legislativo ha sido rápido ni el Estado de Excepción en el sur ha conseguido su propósito.
La rendición de cuentas es un acto fundamental en toda democracia saludable. Los ciudadanos deben estar informados de los avances y retrocesos, pero cuando las palabras no se condicen con los resultados de las acciones que producen, ese momento en que el Mandatario se dirige a la nación pasa de ser uno en que rinde cuentas a uno donde rinde examen.
En materia de seguridad es mucho lo que debería informar el Presidente. No sólo los resultados que ha tenido, donde seguro no faltarán los relacionados con la baja en encerronas en autopistas, que hasta el momento es uno de los pocos que puede presumir. Deberíamos escuchar también las mejoras que se han logrado gracias a la inyección de recursos anunciada el año pasado y los resultados obtenidos de la estrategia contra crimen organizado presentada durante el último trimestre del 2022. Si no escuchamos nada de eso, difícilmente aumentará la confianza en quienes hoy dirigen el país, pues sin esos resultados la pregunta que cae de cajón sería ¿para qué se invirtió tiempo y dinero?
Después de la interpelación a la ministra Tohá, donde uno de los cuestionamientos más duros fue la lentitud con la que se ha enfrentado el fast track legislativo, esperamos que el Presidente se refiera a esos 31 proyectos priorizados y su avance, y, después de los últimos hechos violentos en el sur, debería también informar sobre los resultados del Estado de Excepción y qué se está haciendo para llevar paz a esa zona de Chile.
Como nunca esta cuenta pública es la oportunidad para que el Presidente proponga una política de seguridad con mayúscula, donde se integren todas las agencias y se aborde de manera multidimensional el problema. Que ponga a la inteligencia y la ciberseguridad al centro y priorice el desarrollo de institucionalidad necesario para avanzar en respuestas multifactoriales que den sostenibilidad a los resultados. De otra manera, los anuncios, serán sólo eso, anuncios. (El Líbero)
Pilar Lizana