Sobrellevar a Trump

Sobrellevar a Trump

Compartir

El triunfo de Donald Trump en EE.UU. refutó todas las encuestas que pronosticaban una elección presidencial sumamente estrecha. La victoria de Trump fue categórica.

El republicano consiguió no solo el voto electoral, sino que también el voto popular, a diferencia de sus dos candidaturas anteriores. Trump superó a Kamala Harris por 4 millones de votos y, además, ganó los siete estados bisagra.

Estamos ante una nueva etapa de la historia política de EE.UU. Trump puede rehacer la política estadounidense, e influir en la política global, como lo hicieron, en su momento, Ronald Reagan o Franklin D. Roosevelt.

Trump será un presidente sin barreras. No solo ganó la presidencia, sino que consiguió control del Senado y aseguró mayoría republicana en la Cámara de Representante. Y ya tiene una Corte Suprema incondicional.

¿Por qué ganó Trump?
Primero, más allá del votante MAGA que estuvo con Trump desde las primarias, la percepción pesimista de la economía fue un factor clave. Pese al buen desempeño de la economía norteamericana, los positivos datos macroeconómicos no se plasmaron en la vida cotidiana de la gente. Muchos estimaron que, pese a lo polémico del personaje, Trump lo haría mejor en el manejo económico.

Segundo, una campaña presidencial no puede ganarse privilegiando solo temas políticos y culturales, aunque importantes, como el derecho al aborto o la protección de la democracia. Trump sintonizó con muchos votantes al denunciar a las elites, subrayar la inflación y explotar una inquietud real sobre la inmigración irregular descontrolada de años recientes.

Tercero, hubo un desplome de la participación electoral demócrata respecto a 2020. Trump mejoró entre los votantes afroamericanos y latinos, especialmente hombres, y ganó en las comunidades aquejadas de alta desigualdad, elevados costos de la vivienda, y población nacida en el exterior.

Cuarto, la gente quería cambio, y la candidata demócrata nunca pudo despegarse del legado impopular del Presidente. Muchos culpan a Joe Biden por su porfía de insistir en su reelección, impidiendo el surgimiento oportuno de una candidatura alternativa.

¿Qué hará Trump?
Terminará el internacionalismo liberal que predominó en Washington durante décadas, y EE.UU. rehuirá liderar en retos globales. Entre las decisiones fáciles, EE.UU. se retirará, nuevamente, del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, y abandonará o disminuirá su presencia en varios organismos multilaterales. En política exterior y seguridad, Trump ya ha designado a varios directivos considerados “halcones”.

Cuando asuma el 20 de enero, Trump ha prometido cerrar la frontera sur, deportar a más de 11 millones de migrantes indocumentados, e impulsar más exploración petrolera. La deportación masiva no será fácil por su enorme costo, y porque EE.UU. dejaría de percibir miles de millones de dólares en impuestos federales, estaduales y locales de los indocumentados. Habrá que ver si los países de origen aceptarán a los migrantes deportados, y evaluar su impacto sobre las remesas.

El eventual incremento de un 60% de los aranceles a las importaciones de China, en el marco de la fragmentación geopolítica y económica global, no solo puede generar una guerra comercial e inestabilidad, sino que afectaría el precio de los commodities.

Es concebible que se cancele la permanencia de Chile en el Visa Waiver, considerando las quejas de parlamentarios republicanos respecto al denominado “turismo delictual”. Esta sería una medida más política que técnica, pues Chile cumple con los intercambios de informaciones del programa.

Trump apoyará a su admirador Javier Milei y a Argentina, lo cual no sería indiferente para Chile. Tendremos que realizar un equilibrio inteligente entre Washington y Beijing, ante eventuales presiones por nuestra cercanía económica con China. Y no nos será favorable el desprecio de Trump hacia los organismos internacionales y las normas del derecho internacional, siempre claves para un país abierto al mundo como el nuestro.

Chile tendrá a su favor el tratado bilateral de libre comercio, que ha sido un éxito. Los recursos y exportaciones verdes serían menos importantes con un Presidente Trump comprometido con la economía de hidrocarburos.

Resulta imperativa una actitud pragmática frente a la nueva realidad. En la primera administración de Trump, cuando me desempeñé como canciller del gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, pese a las grandes diferencias políticas bilaterales, logramos construir una relación de respeto mutuo. De hecho, el primer secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson, tempranamente me invitó a visitar Washington, tuvimos conversaciones constructivas, y la relación bilateral durante más de un año se desenvolvió sin sobresaltos. Ahora Trump tendrá mucho más poder, mayor razón para ser prudentes, velando por los intereses nacionales. (El Mercurio)

Heraldo Muñoz