Las cifras no mienten. Tenemos un problema de inseguridad y es grave. Desde 2018 a la fecha hemos duplicado el promedio de homicidios diarios. De uno cada 24 horas, estamos registrando dos cada día (esto según las cifras reportadas por el STOP de Carabineros). La situación es grave. Claro, sin contar los 13 robos con violencia que ocurren, en promedio, cada hora. Una violencia a la que no estábamos acostumbrados y a la que no tenemos por qué acostumbrarnos.
Lo he dicho antes, estas cifras son parte de nuestra realidad y no debemos compararlas con las de otros países, porque nuestra cotidianidad no era, ni tampoco es, igual a la de otras latitudes. No me voy a detener a contarles sobre el perfil criminal de los nuevos delincuentes que ingresaron a Chile y que trajeron consigo una criminalidad mucho más violenta (ya lo he hecho), pero sí me detendré en la ventaja que le llevan a las autoridades. Recordemos que ingresaron en 2017 y fueron descubiertos en 2021 y tomados en serio en 2022. Esto les dio 5 años para ir varios pasos adelante.
Ante esta realidad que nos aqueja, las medidas que se tomen, siempre que sean coherentes, son bienvenidas. Me refiero a la creación del nuevo Ministerio de Seguridad Pública.
Si bien es cierto que tenemos demasiados ministerios y que algunos podrían fusionarse: Bienes Nacionales con Vivienda, SEGPRES con Interior, Transporte con Obras Públicas y Telecomunicaciones con Economía; el Ministerio de Seguridad Pública sí es una necesidad hoy día, dada la preocupante realidad que estamos viviendo.
Ciertamente, la creación de esta nueva cartera no garantiza la eliminación del problema de inseguridad, va a depender de varios factores, pero sí es un claro mensaje de preocupación. Sin embargo, pongo mis esperanzas que el esfuerzo valdrá la pena. Espero que quienes lo conformen sean expertos en Crimen Organizado trasnacional y lleguen con estrategias claras como, por ejemplo, la profesionalización de las fuerzas de tarea, que la Agencia Nacional de Inteligencia juegue, efectivamente, un papel protagónico y fundamental y que incorporen la integración de tecnologías como eje transversal de sus tácticas.
Hoy, la tecnología no es solo un complemento, es el pilar que puede transformar la seguridad pública. Países como Estonia y Singapur han demostrado que las herramientas digitales no solo optimizan los recursos, sino que permiten anticiparse al crimen. Nuestro país debe aspirar a lo mismo.
Imaginemos un sistema nacional de vigilancia basado en inteligencia artificial que no solo registre imágenes, sino que interprete comportamientos sospechosos en tiempo real. Pensemos en herramientas de análisis predictivo capaces de identificar zonas de riesgo antes de que ocurran delitos. Visualicemos una red integrada de drones patrullando sectores críticos y reportando directamente a un centro de comando. Estas no son ideas futuristas; son tecnologías ya disponibles que Chile puede implementar si apuesta por la innovación.
Además, el nuevo ministerio tiene la oportunidad de convertirse en líder de ciberseguridad, un ámbito en el que el país ha avanzado, pero donde aún hay mucho por hacer. La protección de infraestructuras críticas, como hospitales y servicios básicos, es tan relevante como la seguridad física en las calles.
Esperemos, pues, que el Ministerio de Seguridad Pública sea una solución coherente. (Red NP)
Gonzalo Cornejo
CEO de Insight Security