Más que profundizar en las vicisitudes maniqueas de Tironi o quedarse en la casuística que el consultor utiliza para merecer integrar el segundo grupo, prefiero tomar la oportunidad para volver a poner el foco en la que es la verdadera llaga del mercado laboral: en quienes ni siquiera acceden a tener un trabajo, o solo pueden optar a uno informal y precario. Pues es ahí donde, según la evidencia que el columnista prefiere ignorar, están los peores ingresos y la mayor desprotección social.
Países que tienen una mucha mayor tasa de participación del trabajo formal que la de Chile, tienen regulaciones laborales con más espacios de flexibilidad espacial y temporal y sistemas de protección frente a la pérdida del trabajo, más asimilables a un seguro de desempleo fortalecido que al sistema de indemnizaciones vigente en Chile. Y en ninguno de ellos adoptar tales políticas ha implicado una mayor desprotección de las trabajadoras y trabajadores.
El llamado, de nuevo, es a dejar el maniqueísmo, mirar la evidencia y debatir sobre las políticas públicas que contribuyan a reactivar un trabajo formal que no solo ofrece mejores ingresos y protección social, sino que sobre todo dignidad. (El Mercurio Cartas)
Bernardo Larraín
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