Había expectación mundial. Donald Trump comparecía por primera vez ante la Cámara de Representantes para dar un discurso que fue transmitido en horario prime en EEUU y reproducido en prácticamente todos los países del mundo.
Contrario a lo que ha sido su tónica, el republicano utilizó un lenguaje fue calificado como «presidencial», en el que no recurrió a la beligerancia y, por el contrario, estuvo lleno de llamados a la unidad.
«Estoy aquí para lanzar un mensaje de unidad y fortaleza», dijo Trump. «Pido a todos los miembros del Congreso que se unan a mí para soñar grandes cosas», agregó.
Habló de muchas cosas. Una de las que probablemente atañe más a un país como Chile, exportador de cobre, tiene que ver con los plantes de construcción que tiene en mente.
En esa línea, dijo que pedirá al Congreso que apruebe una ley para invertir US$ 1 billón (millones de millones) en infraestructuras en Estados Unidos que se financiarán con capital público y privado «y crearán millones de empleos».
Unas de las mayores dificultades que enfrenta este plan, consignó Expansión, es la pesada deuda que ya pesa sobre el país y que asciende a US$ 18 billones.
El mandatario afirmó que esos esfuerzos para mejorar las infraestructuras deben estar guiados por dos principios: «Comprar productos estadounidenses y contratar a estadounidenses».
«Hemos gastado billones de dólares en el extranjero, mientras nuestra infraestructura en casa se ha desmoronado estrepitosamente», dijo el republicano.
En su exposición, el líder de la Casa Blanca afirmó que EEUU ha gastado «US$ 6 billones» en Medio Oriente y que, con esa cantidad, se podría «haber reconstruido» el país «dos veces».
Cabe recordar que buena parte de la recuperación que ha mostrado el cobre desde fines del año pasado había tenido que ver precisamente con las promesas de grandes inversiones en materia de infraestructura por parte de Trump, particularmente aeropuertos, caminos y puentes.
IMPUESTOS
Sin embargo, Trump no fue muy preciso en el tema que había despertado más interés por parte de los inversionistas. Es que había mucha expectación respecto de la reforma fiscal que había venido anunciando en los últimos días, principalmente vía Twitter.
«Mi equipo económico está desarrollando una reforma fiscal histórica que reducirá los impuestos a las empresas. Al mismo tiempo, también rebajaremos las tasas a la clase media», afirmó
Trump volvió a plantear la posibilidad de un impuesto a las importaciones, que compensaría el que ya sufren las empresas americanas cuando operan en otros países. «Creo en el libre comercio, pero tiene que ser también un comercio justo», señaló.
En última instancia, el empresario reconvertido a político pretende «facilitar a las compañías hacer negocios en Estados Unidos y mucho más difícil dejar el país». (DF)