Uno de los problemas hoy con los exámenes de coronavirus en muchas partes del mundo tiene que ver con los tests individuales utilizados, de alto costo y con procesos poco efectivos, dada su singularidad.
Es por ello que un grupo de científicos de la Universidad Austral de Chile desarrolló un sistema de testeos grupales (también llamados “pool”) que tienen como objetivo examinar y detectar a los casos asintomáticos del patógeno, conocidos por ser vectores “escondidos” entre la población y que ayudan a diseminar la enfermedad, muchas veces sin notarlo.
“Todos los estudios señalan que los asintomáticos son los principales responsables del virus. Y si no somos capaces de detectarlos e identificarlos y darles cuarentena, será muy difícil controlar esta enfermedad”, afirma el Dr. Claudio Verdugo, epidemiólogo molecular y director del Laboratorio de Ecología de Enfermedades de la Universidad Austral de Chile (UACh).
«Para llegar a ellos, implica un testeo más numeroso y masivo que el realizado actualmente, considerando además las técnicas poco eficientes en términos de costos y uso de los recursos», dice.
De acuerdo al investigador, la idea es instaurar un sistema de “pooling” donde se puedan analizar hasta 20 muestras de manera simultánea, siendo 10 veces más rápido en tiempo que el método utilizado hoy.
«Sólo si un pool es positivo, analizas individualmente aquellas muestras de ese grupo por separado. Si nuestro foco son los asintomáticos y presintomáticos, la mayoría de las muestras saldrán negativo, por lo que analizar de manera individual es poco eficiente en costos y tiempo”, afirma Verdugo.
«Estamos trabajando en muestras de saliva, lo que implica que veremos cómo democratizar la toma de muestras en la ciudadanía. Tenemos que captar y monitorear a los asintomáticos, personas que no saben que tienen la enfermedad y la diseminan sin saberlo», cuenta.
El especialista indica que el proyecto tuvo tres etapas: validación de la técnica de muestreo de forma individual y colectiva; un plan piloto de 600 personas con personal de salud y Ejército de Chile (expuestos habitualmente al virus); y un “modelo de vigilancia” que espera llegar a 17.500 personas al mes, 10 veces menos costoso que el actual sistema.
De la misma forma, Verdugo menciona que este avance no implica el reemplazo de la técnica actual, sino salir del eje hospital-enfermo y monitorear a personas en riesgo, pero de forma masiva. Para ello, se buscará implementar el procedimiento en cárceles, centros de adultos mayores, centros de menores y otros.
“Nuestro objetivo es detectar grupos de riego y concentrarnos en ellos, porque ahí es donde es más probable que ocurran los casos asintomáticos. Por ejemplo, personas con alta exposición como personal de salud, conductores de locomoción colectiva y hogares de ancianos; si una de esas personas es asintomática ocurre un foco y colapsaría rápidamente el sistema hospitalario”, señala el experto.
“Generamos un plan de epidemiología activa basado en grupos de riesgo con grupos de exposición, personas con alta intensidad al patógeno y transmisión de contacto, como una cárcel, aviones, buses interurbanos, además de grupos de impacto: personas que si bien no se encuentran expuestos al virus, si llegasen a estarlo tendrían una alta demanda por los servicios hospitalarios, como hogares de ancianos, pacientes pre quirúrgicos, diabéticos, diálisis, pacientes de UCI, etc. son grupos de riesgo que pueden, en caso de enfermarse, pasar rápidamente en casos de urgencias”.
Verdugo asegura que cuando los casos comiencen a disminuir, se podrán establecer zonas libres de contagio, y además aclara que esta técnica no es para diagnostico confirmatorio, es sólo para “vigilancia activa”.
“No se requieren tantos laboratorios de diagnóstico clínico, sino laboratorios de vigilancia epidemiológica o laboratorios epidemiológicos”, asevera. “La idea no es cargarle la mano aún más a los laboratorios clínicos porque ellos ya tienen el sistema montado para el sistema actual de exámenes. Ellos se dedican a los individuos sintomáticos”.
“Nuestra idea es realizar un monitoreo de población que funcione como un “filtro” de muestras que le vayan llegando a los laboratorios clínicos. Así es posible detectar un foco que antes no estaba, y ese grupo se puede reenviar a los laboratorios clínicos aumentando su efectividad: hay algunos que tienen desde 1% positivos hasta 40%, y esto los ayudaría”, comenta.
“Obviamente hay riesgos de falsos negativos pero es muy bajo, muy parecido con el PCR nasofaríngeo individual. Además, es muy fácil replicar este nuevo modelo a niveles regionales”.
Actualmente el nuevo modelo se encuentra en manos del Ministerio de Salud, y se espera su respuesta en los próximos días.
El equipo multidisciplinario de la Universidad Austral es conformado por los biólogos moleculares Anita Plaza, Álex Romero, Alfredo Ramírez y Andrea Silva; el virólogo Carlos Loncomán, los epidemiólogos Claudio Verdugo, Cristóbal Verdugo y Gerardo Acosta, y la médico familiar Marcela Pérez. (La Tercera)