Desde Chiguayante, con gorro del color del balón de gas, en julio de 2022, el ministro Jackson lanzaba su programa estrella. Y como todo en este gobierno, lo hacía dando lecciones y anunciando un antes y un después en la historia de la humanidad: “Como gobierno estamos muy contentos de poder dar esta señal, que cuando se quiere, se puede, y el rol que pueden cumplir el Estado y empresas públicas dentro de la economía puede ser virtuoso y beneficioso para las familias. Una idea que durante tanto tiempo nos dijeron que no podía ser… Es una iniciativa estructural que pretende mover el tablero de la industria de gas licuado”. Difícil encontrar algo de seriedad o análisis de política pública entre tanta ideología, verborrea y eslogan. Pero como siempre pasa, el invento chocó con la realidad. La explicación sorprendente: era un “piloto” que simplemente no funcionó. De autocrítica, ni hablar.
A cuatro días de la segunda cuenta pública, es hora de decirle al Presidente Boric que Chile no es el escenario de un gran plan piloto con el cual experimentar y fracasar. Es notable la frase del ministro Jackson, que con soberbia admite que les dijeron que “no podía ser”. Pero les dio lo mismo la advertencia. Obvio, ¿cómo se contradice a los íconos de una generación superior?
El año pasado, el Presidente, junto con anunciar este plan, señaló varias medidas respecto de las cuales tendrá que hacer magia para eludirlas en su nuevo discurso. Un ejemplo: habló de fortalecer la libertad de prensa y lo hemos visto, impulsivo, peleando por Twitter con un medio de comunicación, imputándole, entre otras cosas, una línea editorial opositora, mimetizándose así con un expresidente de un poderoso país con el que jamás pensó ser comparado.
El Gobierno llega a la cuenta pública con poco que mostrar y un Presidente confundido.
Frente a la violencia que azota al país, los indultos otorgados no pueden estar fuera del discurso presidencial. Debe explicar esa medida, que es de las pocas concretas (y de las muchas equivocadas) que ha implementado. De no hacerlo reflejará, una vez más, que no tienen capacidad ni credibilidad para liderar una agenda certera en seguridad y confirmará que el combate a la violencia definitivamente no se les da.
La reforma tributaria fue rechazada, y es de esperar que definitivamente. Haría bien en no insistir en su necesidad: exigir a los chilenos aportar más recursos a un Estado administrado por los mismos del “gas a precio justo”, no parece ser la mejor idea. Del mismo modo, no debería perseverar en una reforma que escamotea los fondos previsionales a quienes son sus legítimos dueños.
En todo caso, es previsible que el Presidente Boric dedicará varios minutos de su mensaje a los 50 años del golpe militar, por cierto sin referencia alguna al proceso de deterioro democrático que lo antecedió. Tal retórica se le da fácil. Junto a su equipo de confianza, son jóvenes anclados en el pasado, esclavos de ideas añejas y adictos a la división entre los chilenos.
En el último año el Gobierno ha sido derrotado dos veces en las urnas. Los chilenos, a muy poco andar, han sido claros en decir, primero, que no quieren sus ideas (4 septiembre 2022) y, segundo, que no los quieren a ellos ocupando más cargos públicos (7 mayo 2023).
Chile espera con ansias un cambio de rumbo y que quienes gobiernan salgan del estado de negación en que se encuentran. (El Mercurio)
Marcela Cubillos