Una con amor

Una con amor

Compartir

Luego de casi 100 días de coqueteo, miradas furtivas, enojos y reconciliaciones, finalmente el amor triunfó y gracias al Partido Comunista y a la UDI, entre otros, nuevamente tendremos la oportunidad de tener una nueva Constitución.

El mecanismo elegido, más allá del cambio de nombre, reducción de número de integrantes, sistema de elección y el rol de “acompañamiento” que tendrán los expertos, en esencia se mantiene igual. Una convención electa para que, en un plazo determinado, se presente al país una propuesta de nueva Constitución.

Pero hay una diferencia fundamental: en noviembre de 2019, salvo el entonces diputado Boric -actuando a título personal- ni el Partido Comunista ni el Frente Amplio suscribieron el acuerdo por esa paz que nunca llegó y esa nueva Constitución que fracasó. Ahora, en el renovado pacto, concurrieron todos los partidos de la izquierda radical, sellando un acto de amor profundo, supuestamente, en nombre de la patria.

Jaime Guzmán decía que el comunismo era la negación de todos los valores fundamentales en los cuales creía y seguramente, por esa forma de pensar, no solo lo mataron, sino que muchos comunistas celebran su muerte y otros, como el propio Presidente Boric, festinan con su rostro baleado.

¿Qué diría hoy Jaime Guzmán del acuerdo entre la centroderecha y el ex guerrillero Guillermo Teillier? ¿Validaría acaso, por el supuesto bien de Chile, una alianza política entre comunistas y partidos que aspiran a defender la libertad, la democracia y la dignidad de la persona humana? Lo dudo.

El Partido Comunista de hoy no es muy distinto al de hace 30 años. Cambiaron los rostros, las plataformas de comunicación y las causas de moda que enarbolan para engañar a la gente. Pero sigue inflexible en su ideología marxista y aplicando, disciplinadamente, sus métodos de subversión e insurrección. Aunque el comunista se vista de seda, comunista queda.

Son los mismos que hace un año legitimaron y promovieron la violencia política criminal que explotó con fuerza en el estallido delictual y que asoló por meses el país; los mismos que al día siguiente de los atentados al metro, salieron a marchar para exigir la renuncia del entonces Presidente; los mismos que usaron todas las herramientas constitucionales, administrativas y judiciales para derrocar a un gobierno.

Por eso, resulta chocante escuchar a dirigentes de Chile Vamos tratar de igualar a quienes desde un lado del espectro político rechazamos este segundo acuerdo constitucional, con dirigentes como Daniel Jadue, cómplice e instigador de quienes destruyeron del país e intentaron desestabilizar al gobierno.

No es posible escribir una Constitución con amor si tu media naranja es una agrupación resentida, llena de odio y promotora de la violencia, con quien no compartes principios ni propósitos en común. Por lo mismo, no nos hablen de amor ni usen nuestro nombre para justificar el imperdonable error de pactar una segunda convención. (La Tercera)

Cristián Valenzuela