El entierro lo concelebró la Nueva Mayoría, con su escasa destreza política y su pobre capacidad de realizaciones. Ahora se verifica la diáspora: La Democracia Cristiana, en busca de una identidad humanista cristiana para los tiempos laicos e individualistas que corren. El Partido Socialista, reconociendo carecer «de un programa o proyecto histórico capaz de enmarcar su acción»; ausente «la orientación de esos cambios (…) en una dirección estratégica definida», según confiesa la convocatoria a su reciente conferencia nacional de programa, la que concluyó identificando al modelo neoliberal como su antagonista principal. El PPD, abrazando un progresismo aún sin contornos.
¿Será posible refundar una coalición cuando los partidos andan en esas? No. En el plano de las consignas no se aglutinará nada que despierte la confianza popular. El punto de partida es que los partidos se definan en cuestiones como las que siguen. Dejo afuera por ahora el nivel de adhesión a las formas democráticas y de agenda valórica, para concentrarme en el modelo económico social:
1. La explicitación, nunca hecha, por vergüenza, de definirse partidarios del capitalismo y de la economía de mercado, con todos los énfasis en la regulación estatal que se quiera. De no abrazar explícitamente este modelo será imposible competir con la derecha en la adhesión de las capas medias, a menos que se tenga una estrategia alternativa para crecer y contar con recursos para avanzar en el goce de los derechos económico-sociales, alternativa que no parece disponible, a menos que se caiga en el delirio de abrazar el modelo chino para estas lejanas tierras.
Ofrecer una política en educación, salud y pensiones. Nos une el objetivo de proveer estos bienes con suficiente calidad para los sectores pobres, con mayor solidaridad e igualdad, pero ello no es suficiente, pues nos falta convenir de manera precisa si habrá una provisión mixta de estos bienes o solo estatal y cuál será el aporte privado. No mejorará la calidad de estos tres servicios ni se verificará un acuerdo sobre la base de consignas contrarias al neoliberalismo o de adhesión a los derechos sociales, a menos que se aterrice en alternativas concretas al actual modelo, las que no generarán adhesión pública mientras no auguren mejor educación, mejor salud y mejores pensiones para los más pobres y las capas medias. La indignación con lo que hay puede generar un rato de empatía, pero no alcanzará para un mandato popular, pues no parece que la población ande buscando gobernantes indignados, sino realizadores. Porque no fuimos capaces de ofrecer eso es que perdimos el gobierno.
Políticas en seguridad ciudadana y migraciones. Lo más probable es que no sea aún la hora de las coaliciones. Sin embargo, ya no hay excusa para que los partidos de oposición avancen desde las vagas consignas a las específicas definiciones en estas materias. Auguro que, si lo hacen, crujirán las maderas en varios de los partidos que la componen. Con todo, parece mejor enfrentar esa crisis que mantenerse en una diáspora que agoniza. (El Mercurio)