Una revolución con más vino tinto que empanadas

Una revolución con más vino tinto que empanadas

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La salmonicultura enfrentando problemas medioambientales y de seguridad. La minería, un royalty que la deja fuera de competencia. La salud, un galimatías regulatorio/jurídico que la tiene en el peor de los mundos: empeoró sus servicios y destruyó su financiamiento. La construcción con problemas de permisología e incerteza jurídica que la ha visto enfrentar quiebras de constructoras emblemáticas y caída en la inversión como no se veía desde la crisis del 82. La agricultura con problemas derivados del cambio climático (inundaciones y sequías) y de la violencia en la Araucanía. La industria forestal acosada por precios internacionales deprimidos y por incendios locales, y un lío con el terrorismo narco/mapuche que ni siquiera los temidos “agentes de diálogo” pueden terminar. El mercado de capitales languideciendo sin aperturas bursátiles, con poco movimiento y con su motor, las AFP, en el purgatorio. El retail con ventas deprimidas y amenazado por el comercio electrónico y la recesión en los hogares. La educación sufriendo los efectos advertidos y previsibles derivados de las reformas de Bachelet II: disminución de la calidad, la inversión, la competencia y el financiamiento (y no me voy a referir a la quebrada e innecesaria Universidad de Aysén).Y todo Chile enfrentando inseguridad, cesantía y aumento de la pobreza.

Mientras tanto, en el sector público se vive otra realidad: reajuste del 12% a los empleados públicos; 90 mil nuevos funcionarios, sueldos generosos, licencias médicas a destajo; empleos garantizados por un estatuto administrativo que hace imposible despedir ni siquiera a corruptos e incompetentes y ahora presionando para que los funcionarios públicos además tengan derecho a huelga (Registro Civil, hospitales, etc…).

¿Y el Gobierno? Dedicado a celebrar la secuela de la revolución de Allende con empanadas y vino tinto. Pero en esta versión parece que le lleva más vino tinto que empanadas. Con visitas extranjeras de primer nivel, el exterrorista Petro y el juez Garzón condenado por prevaricación. Como recomendaba Menem de ese tipo de invitados, ojalá hayan contado los cubiertos después de la comida. A eso se le agrega un Presidente adolescente participando en manifestaciones que terminan vandalizando las tumbas de Jaime Guzmán y del expresidente Ibáñez además de la propia casa de gobierno.

Pero no hay de qué preocuparse, la otra parte más madura y responsable del Gobierno está dedicada a resolver los problemas de los chilenos de a pie. En materia de seguridad crearon la intimidante figura de los “agentes de diálogo” que, premunidos de escopetas lanza pétalos, se enfrentarán a los pirómanos y saqueadores que se manifiestan en solidaridad con Allende. Tuvo suerte el canciller Van Klaveren que iba con una policía de verdad de copiloto y no con un “agente de diálogo”. Y para reactivar la economía, nada como una buena alza de impuestos para pagar gastos de fundaciones truchas y 418 pensiones vitalicias a los manifestantes del estallido, entre los cuales hay 40 con prontuario, y una reducción de la jornada laboral.

En materia minera, una idea genial: hacer una empresa nacional del litio que esperemos no termine como el fiasco de los balones rosados. Nos va a pasar lo de siempre con el Estado, llegará tarde, caro y mal: la empresa va a partir cuando el boom del litio haya pasado como ocurrió con el carbón.

Estamos gobernados por la generación de los videojuegos. Ellos creen que la vida es como eso|s juegos: se avanzan etapas y se pueden equivocar todo lo que quieran porque nunca se retrocede. Se pierde, se resetea y se vuelve a empezar desde donde quedó. Están errados. La vida real no es así, los países se estancan, decaen y se empobrecen. Pregúntenles a los egipcios que llevan 5 mil años en decadencia o a los chinos que entre el siglo XV y 1978 pasaron de locomotora del mundo a vagón de cola.

Y qué decir de Cuba, que el año 1970 tenía la misma riqueza por persona que Chile y hoy tiene un tercio. Las malas políticas impulsadas por la izquierda hace 10 años estancaron Chile y nos seguirán perjudicando si no empezamos a revisarlas, a votar mejor y a elegir personas con alguna experiencia vital que los asemeje a adultos responsables.(El Mercurio)

Gerardo Varela