Una sociedad exasperada-Iris Boeninger

Una sociedad exasperada-Iris Boeninger

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El ex subsecretario Manuel Monsalve está siendo investigado por presunta violación. Al conocerse esta noticia recién el martes 14 de octubre, con el correr de las horas surgieron preguntas que aún no tienen respuesta clara. El lunes 23 de septiembre pasado, Monsalve era ministro de Interior subrogante ya que Tohá se encontraba como responsable de la presidencia por estar fuera el Presidente Boric. Debía presentar el balance de 37 homicidios ocurrido durante las Fiestas Patrias. No se presentó, con lo cual debió cubrirlo el subsecretario de Prevención del Delito.

Su escolta lo dejó el sábado 22 y no lo volvió a ver hasta el lunes 23 por la tarde. Una tremenda irresponsabilidad frente a sus deberes. En un momento de grave violencia e inseguridad en Chile hay hechos que son francamente inaceptables. El ministro de Interior desaparece, le pide a su escolta que lo dejen solo -siendo el máximo responsable de la seguridad interna- regresando nuevamente el lunes por la tarde. Contradicciones, expresiones complejas tanto del Presidente como de la vocera en conferencias de prensa en un tema que toca la justicia y la inseguridad.

No hay un día sin noticias de alto impacto en Chile.

Chile está en plena crisis institucional, de seguridad y desconfianzas de la justicia.

En tres días, se toma conocimiento de una acusación de violación al subsecretario de Interior, su renuncia, la destitución de dos jueces de la Corte Suprema, cambio de gabinete y muchas cosas delicadas por explicar relacionadas con estos sucesos. Es intenso para todos los ciudadanos. El Presidente Gabriel Boric se refirió a las acusaciones constitucionales que terminaron con la destitución del juez Sergio Muñoz y la jueza Ángela Vivanco, criticando a la Cámara de Diputados por la forma en que se tramitó el libelo. Dijo: “Es tiempo de cuidar nuestras instituciones” y “utilizarlas contra un juez con argucias procedimentales, puede terminar por dañar su indispensable independencia”.

La mejor defensa a las instituciones es la independencia de poderes. El artículo 76 de la Constitución dice: “La facultad de conocer de las causas civiles y criminales, de resolverlas y de hacer ejecutar lo juzgado, pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley. Ni el Presidente de la República ni el Congreso pueden, en caso alguno, ejercer funciones judiciales, avocarse causas pendientes, revisar los fundamentos o contenido de sus resoluciones o hacer revivir procesos fenecidos”. El presidente debe gobernar ya que Chile tiene muchos problemas para resolver. Para eso está el Poder Ejecutivo.

Existen puntos muy delicados que se deben aclarar: el Presidente Boric, en conferencia de prensa informó que Monsalve le contó que había instruido a la PDI revisar las cámaras del hotel de esa noche. No contaba con orden de ningún tribunal. Esto sería una eventual infracción a la Ley de Inteligencia y Obstrucción a la Justicia. En un momento donde las confianzas están vulneradas y los ciudadanos agotados, es como la gota que rebalsa el vaso. ¿Puede utilizar el avión de carabineros para un trámite personal? ¿Quién paga el hotel donde vive? Todas preguntas sin respuesta que hacen al a probidad.

Un forzado cambio de gabinete tuvo que hacer el Presidente Boric, por la renuncia del exsubsecretario Monsalve, incorporando en su reemplazo como subsecretario al abogado Luis Cordero quien deja el Ministerio de Justicia. El Presidente designó como ministro de Justicia, al militante del Partido Comunista abogado Jaime GajardoComplejos movimientos en un momento donde hay graves problemas de seguridad, violencia, homicidios como también debilidades en la justicia.

Por su parte, como se dice en el fútbol, tirar la pelota afuera no es aconsejable. En conferencia de prensa de la vocera Vallejo, al preguntársele por este tema, muchas veces contestó que no correspondía responder. A la pregunta de los cinco años del estallido, qué opinaba siendo que miembros del actual gobierno apoyaron el hecho, respondió: “Es una vergüenza que los republicanos sigan siendo pinochetistas”, sin responder a la pregunta de fondo que se refería a los cinco años que se cumplen del estallido.

Queda mucho aún por saber del caso Monsalves. Mucho. Ojalá la pelota no se tire afuera para detener el juego.

La mirada de la clase política y del gobierno ha tendido a concentrarse en las próximas elecciones. Sin embargo, debe hacerse todo lo contrario al ver los desafíos que se tienen que enfrentar en relación con la compleja coyuntura nacional. Ello indica que se necesita calma de la clase política ya que urge definir una estrategia y agenda pública consensuada con criterio de mediano plazo.

La acusación constitucional que destituyó a dos jueces de la Corte Suprema muestra en primer lugar que existe una clara decisión de fortalecer la institucionalidad, combatir la corrupción y el tráfico de influencias. En segundo lugar, muestra una clara división política como fue la votación del plebiscito de 2022, en donde oposición y gobierno se confrontaron en el proceso que llevó a la destitución del juez Sergio Muñoz por abandono de deberes. Nadie duda de su trayectoria. Cometió errores y se debe hacer cargo. Se trata de defender un sistema de justicia intachable, ni más ni menos. Por ello, todos quienes delinquen con fondos públicos, quienes trafican influencias en beneficio propio, quienes cometen delito deben estar fuera de los tres poderes del Estado y debe la justicia actuar en consecuencia.

A cinco años de las revueltas del 18 de octubre de 2019 no se logra disminuir la salida de capitales y continúa la ausencia de reformas que atraigan inversión y promuevan el crecimiento económico. Un gran escollo para ello ha sido y es la débil institucionalidad de Chile. Un sesenta y uno por ciento de los ciudadanos consideran que el 18/10 fue negativo para Chile. Fue una falta de respeto total a la gente. Y las consecuencias gravísimas para el país.

La lista es larga y justifica plenamente que la sociedad esté dolida, cansada y agobiada por la cantidad de problemas que se suman a los normales de su vida cotidiana.

Exaspera la suma de dificultades y la cantidad de malas noticias. Miedo a ser asaltado o estar cerca de atentados, sufrir una encerrona, temor al futuro, miedo a no tener empleo, mala calidad de la educación, listas de espera en salud, no poder acceder a un crédito por las altas tasas de interés consecuencia de la política de retiros.  Es mucho. Observa desde la impotencia y desde lejos la inseguridad, la violencia y los homicidios. Más de setecientos homicidios en los primeros nueve meses del año. Duele la corrupción, los numerosos fraudes al fisco, las peleas mediáticas de los políticos, el mal uso del dinero fiscal que se trata ni más ni menos de sus impuestos. Estos males son consecuencia de la falta de respeto al otro, a las leyes, a la sociedad y a los límites que impone el vivir en comunidad.

Quien decide postularse para ser Presidente sabe que tiene la responsabilidad de mejorar la vida de todos los ciudadanos. Que es difícil. Que requiere de un gran sacrificio. No se trata de un juego de poder ni de triunfos pequeños sobre un adversario.

Se confía poco en la política, se confía poco en la situación actual y en las expectativas de futuro. Nada se ha hecho durante este gobierno por resolver los problemas sociales que dicen eran su objetivo en la asonada octubrista. Las expectativas económicas y de cumplimiento fiscal no son buenas. La desconfianza hacia la política y la justicia es casi una situación permanente, solamente superada en momentos muy puntuales por breves expectativas positivas en algún momento determinado. ¿Cómo motivar a la gente a votar si tiene tanto rechazo por los partidos políticos?

No todo es malo, ni tampoco está Chile al nivel de deterioro de otros países. El punto es dar vuelta la tendencia y eso requiere de cambios importantes y de un gran equipo de gente que ponga en primer lugar las necesidades ciudadanas.

Pasada la próxima elección, debe privilegiarse el acuerdo y la cooperación por sobre la confrontación con el objetivo de conformar acuerdos para las elecciones presidenciales.

Chile necesita de una gran coalición que logre gobernar al menos tres períodos para recuperar el camino perdido. Sólo podrá hacerse con impulso, creatividad y generando confianzas entre sus miembros. Se desconoce cómo sería como oposición la actual coalición de gobierno. Los antecedentes conocidos no son buenos. Esto suma a la necesidad de conformar un gran pacto por Chile, fuerte y decidido a gobernar en unidad.

Existen buenos políticos y técnicos con experiencias de gobierno anteriores, que lograron ponerse de acuerdo en el plebiscito del 4 de septiembre de 2022 para rechazar un modelo de país que hubiera sido dañino en extremo. Cuentan con buenos líderes estas fuerzas políticas, que miden bien y tienen confianza y evaluación positiva de la ciudadanía.

Se trata de pensar a largo plazo, para gobernar juntos e ir formando los liderazgos que puedan continuar con los sucesivos gobiernos. Compartir gobierno como supo hacerlo la exitosa Concertación que fueron capaces de construir un proyecto común desde la diversidad. Los exitosos 30 años de gobierno a partir de la recuperación de la democracia hasta el estallido de violencia dejaron cosas pendientes aún. El gran deterioro de aquella coalición fue debido a la pérdida de confianzas y luchas de egos, sobre todo. Es momento de acordar y ponerse manos a la obra. Hoy Chile tiene posibilidades de despegar, pero requiere que un grupo grande, serio y comprometido de políticos asuma el desafío dejando de lado ambiciones y egos personales.

Así pasarían a la historia.

Esto podría generar un clima positivo, de esperanza, incrementando confianzas y reduciendo incertidumbres para construir políticas a partir de lo real y posible privilegiando la estabilidad de las reglas de juego.

Será la forma de darle sosiego a una sociedad exasperada. Chile se lo merece. Los ciudadanos lo necesitan. (El Líbero)

Iris Boeninger