Vecinos

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Piñera ha realizado un interesante viaje a China, nuestro gran vecino del Pacífico. Con esa potencia se ha ido labrando un vínculo creciente y fructífero. Los orientales se están proyectando sobre el mundo con su propuesta de Franja y Ruta. No solo apuntan a metas materiales alcanzables en plazos proyectables, sino que pretenden erigirse en el nuevo eje cultural. Es interesante tenerlo muy presente, dada la ausencia de objetivos de largo plazo que caracteriza hoy a Occidente. Estados Unidos hace tiempo que ha dejado de plantear metas renovadas y desafiantes. Se ha puesto repetitivo, por no decir vacío. Y ahora, además, con un sesgo proteccionista-aislacionista, como lo fue hasta hace un siglo atrás.

Más allá de sus logros, al viaje de Piñera le falló un aspecto simbólico: su avión voló sobre Europa y no sobre el Pacífico. Más allá de aspectos prácticos, es un detalle que traduce los fondos anímicos del Presidente y sus colaboradores. Viajó hacia nuestro oriente, sobrevolando a los viejos vecinos del continente: Argentina y Brasil. Países a la deriva y sumidos en un marasmo institucional que dificulta sus urgentes rectificaciones.

En ambos gobiernan coaliciones supuestamente de derecha. Pero Macri en Argentina ha ido echando pie atrás y desdibujando su labor, debilitado por no haber sido convincente con sus ideas y acciones, lo que reafirma a ese país en un camino caótico. Ha mencionado el trasfondo cultural que se opone a ellas como escollo que requiere de más tiempo que su período presidencial. Esto es válido, pero modificaciones de este tipo requieren de generaciones. En Brasil no parece ser Bolsonaro el que gobierna. Su ministro Guedes es el que lleva el pandero dirigiendo la acción. El problema es que este puede salir en cualquier momento por conspiraciones de palacio. Son tales los nudos ciegos del edificio institucional de aquel país, que difícilmente el ministro podrá marcar un rumbo. También el caos marca su horizonte.

Ellos y su Mercosur no son confiables para la Alianza del Pacífico, porque contaminan con su andar caótico. Lo único válido allá es negociar todo desdibujando sus rumbos, es decir, dirigirse para donde resulte. Nuestro camino ha sido el opuesto, afirmando una ruta. Pero sabemos también cuán cerca estamos de malograrnos por renegar de lo hecho. Ya México cojea en la Alianza del Pacífico. Y el Prosur puede ser el caballo de Troya en beneficio de los que andan perdidos. El futuro apunta a los vecinos de este y el otro lado del Pacífico. (El Mercurio)

Adolfo Ibáñez

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