Urge un liderazgo fuerte y claro que presente un proyecto país donde la identidad nacional esté al centro y, a partir de ella proponga los cambios que Chile necesita. Hace más de 200 años quienes habitaban este país se cuestionaron sobre su futuro y emprendieron un camino de profundo cambio que culminó con la independencia nacional. Es ese cuestionamiento el que recordamos esta semana y que nos hace reflexionar sobre el coraje de esos colonos que decidieron emprender un nuevo rumbo ¡Justamente lo que necesitamos hoy!
Las urgencias son muchas: crecimiento, seguridad, vivienda… pero nada de eso será posible sin ganar el gobierno, mantenerlo y heredarlo. Se requiere de tiempo para sembrar hoy y cosechar mañana.
La identidad nacional está presente en cada rincón del país y el mejor ejemplo es un niño, evidentemente hijo de chileno y extranjero, que iba vestido de pantalones de huaso y un poncho mientras bailaba la cueca en el desfile de la comunidad de Los Quillayes en la séptima región. Ese niño que a simple vista uno no relaciona con nuestro país, representa plenamente la chilenidad ¡Pura identidad nacional!
El desfile patrio en el que el niño bailaba mostraba a la comunidad en pleno, donde el mensaje central siempre fue la casa propia. Ese sueño del que ya no se habla sigue más vivo que nunca en el Chile profundo, ahí, donde la chilenidad se vive a diario y no sólo para el 18 de septiembre, ahí donde todos los días son Fiestas Patrias y donde muchas veces se pierde la conexión con las ciudades.
Necesitamos volver a conectar, y no sólo los ciudadanos, sino que también nuestra clase política, esa que es llamada a presentar el proyecto país. Empleo, pensiones, educación, seguridad… sin duda son temas que ganarán muchos votos, pero si realmente queremos sacar a Chile adelante y volver a ponerlo en el camino al desarrollo necesitamos ese proyecto país que vuelva a nuestras raíces. Sólo así reconstruiremos esos cimientos sólidos que en este último tiempo han sido minados.
La institucionalidad es fundamental para ello, allí descansan nuestros valores patrios y a través de ella fortalecemos el patriotismo. Algo que también rememoramos esta semana al celebrar las Glorias del Ejército, que nos recuerdan a hombres y mujeres que han jurado defender con su vida nuestra soberanía y que, de una manera distinta a ese niño del desfile, también son pura chilenidad.
Volver a conectar debiese ser la primera urgencia. Detenerse, mirar hacia atrás y tomar fuerzas para reconstruir todo aquello que se ha caído durante estos últimos años. Quienes nos gobiernan hoy llegaron con un proyecto que rechazaba esa chilenidad y sacaba nuestra identidad nacional del centro. Levantando banderas distintas a la chilena, buscaban dejar la nuestra atrás, olvidando también a ese escudo que es custodiado por el cóndor y el huemul.
Esa bandera y ese escudo debiesen guiar a quienes busquen cambiarle la cara a Chile, y la estrella solitaria debiese iluminar a esa clase política para que proponga un proyecto país que vuelva a conectar con el Chile profundo, con la chilenidad y con nuestra identidad nacional. (El Líbero)
Pilar Lizana